A la hora del desayuno, por fin, me he armado de coraje y la he invitado a comer. Encantada, ha respondido, pero tendrá que ser mañana. Dónde, me he apresurado a preguntarle mientras intentaba disimular mi sorpresa. Esta noche, en uno de tus sueños, te indicaré el lugar, ha sentenciado justo antes de marcharse.
Son las cinco y media de la madrugada y todavía no he conseguido pegar ojo.
Este microrrelato ha sido publicado
en la sección "Los pescadores de perlas"
de número 390 de la revista Quimera.
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