Por favor, sea breve, dijo aquella voz compasiva al final del túnel. Así, si consigue ser bueno, lo será dos veces. Y lo mandó de nuevo a la vida terrenal.
En cuanto salió del hospital, se deshizo de su biblioteca y se compró un par de antologías de microrrelatos, dejó de prepararse comida en casa y empezó a frecuentar la hamburguesería de la esquina, rescindió su contrato y se apuntó a una empresa de trabajo temporal, cortó con su novia y dejó insatisfechas a numerosas relaciones esporádicas. Murió joven, demasiado, sin tiempo para haber sido bueno.
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