Madre e hija van al colegio cogidas de la mano. Es el primer día y ambas están nerviosas. Al llegar a la entrada, tras el abrazo de rigor, le dice no te preocupes, que dentro de nada vuelvo a recogerte, no tardo nada, te lo prometo; además conocerás a un montón de amigos con los que podrás jugar. Y sobre todo no me vayas a llorar, que ya eres mayor. Todavía intentando comprender el verdadero alcance de aquellas palabras, nota la mano de la maestra que la estira hacia dentro, hacia los gritos y los llantos. Intenta no llorar, pero cuando ve a su hija alejándose calle abajo, no puede reprimir una lágrima.