El único modo de solucionar todo esto es batirnos en duelo al amanecer, darnos la espalda, caminar diez pasos en direcciones opuestas, girar ciento ochenta grados y disparar al par de pesados que nos acompañan a todas horas. Tú al mío y yo al tuyo.
Fotografía de Gianfranco Meza
Este texto pertenece a una serie (abierta)
de relatos hiperbreves inspirados en fotografías.
Más textos de la serie,
aquí.
10 comentarios:
Durísimo cuento. Interesante como "resolviste" una imagen complicada.
Saludos
Me sorprendiste Victor con ese final y me gustó. Y lo hizo porque para mí un microrrelatista además de buen manejo del lenguaje debe saber ver más allá de lo evidente. Y tú lo consigues. Enhorabuena.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Un poco duro, sí, Lucas, pero a veces hay que ser duro, ¿no? Además, más de dos siempre es multitud. Un abrazo, y a ver si te animas mañana en los viernes creativos de Fernando Vicente.
Pues me alegra que te sorprendiera, David. Yo también creo que un microrrelatista (¡qué poco me gusta la palabra, coñe!) debe sorprender sin sorprender, sorprender sin utilizar sorpresas. Nada, que eso, que seguimos aprendiendo. Abrazos.
Mala suerte, esos pesados son virtuales, me temo que las balas no los afectarán. Puedes probar a quitarles la batería.
Salud-os
Muy bueno. Toda la serie es muy buena, excelente como ilustras las imágenes tan perfectamente.
Saludos!
Hay cosas, Amando, que solo se arreglan con un tiro entre ceja y ceja. Si no funciona eso, probaré lo de la batería. Un saludo.
Muchas gracias, Laura. Me alegra que te gusten. Aunque podría decir que son las imágenes las que me dictan los textos. Un abrazo y gracias por pasar por aquí.
Ya me voy a animar. Vengo siguiendo varios blogs de participantes de ahí, parece que es cada vez más interesante. :)
saludos
Dale, Lucas, que solo faltas tú. Te esperamos en el próximo viernes creativo de Fernando Vicente. Un abrazo.
Una joya.
Muchas gracias, Carlos. Un abrazo y gracias por el comentario.
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