A Ana Vidal
Empieza el encuentro. Mi mujer avanza por el lateral derecho del pasillo y cuelga una pregunta envenenada al borde del área chica —¿otra vez partido?—, entre el sofá y las cincuenta pulgadas de plasma. Por suerte estoy bien colocado en los cojines y puedo despejar de puños con un cariño, por favor, que es la final. Atrapa el rechace, regatea mi mirada lastimera y dispara a puerta su peligroso vamos, hombre, que nos eliminaron en cuartos. Atrapo en dos tiempos —da lo mismo que no juguemos, es un partidazo— y pateo el balón con rapidez a campo contrario, para salir al contraataque, con un desesperado ayer ya vimos una película, cariño, ¿no te acuerdas? Cabecea con rabia la pelota en el centro del rectángulo de juego, y una vez recuperado el control, triangula en la alfombra, esquiva mis monosílabos que no pueden impedir su avance y dispara a puerta un certero a la media hora ya roncabas, imbécil, que dobla mis manos y se cuela entre los tres palos. Uno a cero. Sin celebraciones, sin besos en el anillo, regresa a su campo a esperar el pitido final. Ni siquiera se gira para ver mi saque de centro: sabe tan bien como yo que la remontada es imposible.
Este microrrelato ha sido incluido
en la antología Puro futbol,
publicada por la Internacional Microcuentista,
con selección, comentarios y estudio de Aldo Flores.
Pueden leerla en línea
(y muy pronto descargarla)
aquí abajo:
7 comentarios:
Ohhh, Víctor, qué emoción. Acabas de ganarme el partido.
Un besazo y enhorabuena
Opio para el pueblo en versión Pimpinela. Molt bó.
Ha ganado él y desde los cojines, no puede pedir más, tampoco una remontada o que ella se lo eche en cara mañana, como la peli que vieron ayer.
Felicidades por la publicación!
Pero qué bueno, de principio a fin, y mira que me aburre bastante el fútbol...
Tengo pendiente aún echar una ojeada a esa antología fultbolera.
Abrazos
¿No hay partido de vuelta, Ana? Jo, si lo sé lo dejo en empate. Abraçada!
Gràcies, Araceli. El fútbol es el opio de los pueblos que no tienen opio.
Creo que el que sale perdiendo es él, Luisa, pero gracias de todos modos. Un saludo.
Échale esa ojeada, Migueángel. Hay cositas muy buenas. Un abrazo.
Un gusto leerte, Víctor. El lenguaje, el tono, la ironía. Lo que se dice y lo que no se dice. Un equilibrio perfecto que hace de tu cuento un muy buen cuento.
¡Enhorabuena!
Patricia Collazo
www.laletradepie.com
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