Me gusta tu adicción a la soledad, ese rincón a la sombra donde mascas tus problemas, te sinceras y lames tus heridas; me encanta que vayas contracorriente, que quieras apurar el vaso de la vida y no pierdas el tiempo hibernando como hacen los demás; y aunque le robe protagonismo a ese par de pupilas verticales tan tuyas, me fascina el pozo de tus ojeras, repleto de gritos de niños y deseos por cumplir. Lo que no soporto de ningún modo es que ni disfrazado de bambú te fijes en mí.
Este texto pertenece a una serie de pareidolias,
un fenómeno psicológico consistente en que
un estímulo vago y aleatorio
(habitualmente una imagen)
es percibido erróneamente
como una forma reconocible.
Otras pareidolias aquí,
5 comentarios:
Desde "Mentira piadosa" que no me sentía golpeada de esta manera por un micro tuyo, por lo menos así me lo está arrimando la memoria ahora. En aquel ganó el final por K.O., y me quedé en un rincón a la sombra con los ojos empañados.
Éste, Víctor, éste es uno de los más maravillosos relatos que pudiste escribir y ofrecer. Yo lo siento muy mío, demasiado.
Ya quisiera yo que alguien ame esas cosas en mí, pero por ahora me conformo con que hayas pensado estas palabras en un lugar tan lejano. Y que coincidamos.
Sólo en dos cosas no me parezco: en las ojeras repletas de gritos de niños y en, bueno, nada.
Mi fascinación y mis aplausos no se extinguen. Sos el gran ecologista que los mantiene a salvo.
Muy bien, me gusta especialmente lo de las pupilas y el pozo de tus ojeras. Te iba a preguntar si las fotos eran tuyas, pero ahora imagino que no.
Abrazos
Me gusta eso de ser el ecologista que mantiene a salvo los aplausos, Caro. A veces creo que escribo cuentos solo para leer después tus comentarios ;) Ve buscando imágenes y a ver qué sacas de ellas. Un abrazo.
Es que es la verdad, Ana, hay ojeras que esconden ojazos de escándalo. O lo intentan. Por cierto, aunque imaginas bien: ¿por qué esos no pueden ser mis labios? Abrazos peninsulares.
complicado atraer a un@ adict@ a la soledad
buen micro
saludos
Complicado, Lucas, pero no imposible. El truco es insistir. Abrazos.
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