Te birlo uno de los extremos del hilo amarillo que sujetas entre los dedos y sin bendecirte siquiera me lo introduzco en la o que forma mi boca para empezar a succionar como un bebé y deshacer así ese vestido que te queda al dente o mejor aún pero como sigo hambriento y además con este calor tampoco vas a necesitar abrigo continúo sorbiendo sin interrupción para que el cordel nada soso aunque sí largo en exceso vaya deshilando poco a poco y sin ninguna prisa la madeja que cubre la loza porosa de tu piel hasta que al fin tras muchos metros engullidos el otro extremo del espagueti desaparece con un chasquido entre mis labios. Y en ese momento, siempre, me quedo sin aliento.
Este texto pertenece a una serie (abierta)
de relatos hiperbreves inspirados en fotografías.
Más textos de la serie,