miércoles, 26 de octubre de 2011

Evaluación


Veamos, por dónde empiezo. En primer lugar, hay muchas cosas mal hechas, como con prisa. Los dientes son un desastre, no lo negarás. ¿Para qué unos de leche que se acaban cayendo al poco tiempo? Y la piel de los codos, ¿qué me dices de la piel de los codos? Un desastre de la ingeniería. O las orejas, un simple trozo de cartílago arrugado, sin gracia ninguna... ¿Puedes justificar la más que peligrosa proximidad entre el aparato urinario-excretor y el reproductor? ¿No, verdad? ¿Para qué sirven los mosquitos? Y el ornitorrinco... ¿lo hiciste con lo que te sobró? Por otra parte, el entorno pierde magma por algunos intersticios y el suelo se resquebraja de vez en cuando
Mira, te lo diré bien clarito: si quieres aprobar tendrás que repetir de nuevo el ejercicio. Y no creas que te daré una semana como la última vez. Lo quiero para mañana. Y deshazte ahora mismo de esta porquería, vamos.


lunes, 17 de octubre de 2011

Obediencia


Se abren las puertas del ascensor, leo la pegatina de empuje y obedezco. Paso por delante del bar, le echo un vistazo al cartel colgado en el exterior, beba Cocacola, entro y pido una. Ojeo el diario, para distraerme, y cuando llego a los anuncios de relax, llámame, algo me impulsa a sacar el móvil y marcar el número indicado. Tras una conversación demasiado subida de tono para esas horas de la mañana, y un buen puñado de euros malgastados, cuelgo, pago la consumición y salgo a la calle para que me dé el aire. El dietista de la esquina ha puesto un nuevo letrero en la puerta. Cómo perder peso. Entre y pregunte. Entro, pregunto, y me acaba echando a patadas de la consulta, indignado, entre otras cosas, porque no llego a los setenta quilos y cree que estoy de pitorreo. Frente a la clínica dental, una chica me da un folleto, hágase una revisión gratuita, y al cabo de tres cuartos de hora, salgo del dentista con cita para la próxima semana, por dos caries y un nervio que habrá que matar. Empiezo a estar de mal humor, así que decido regresar de mi paseo, cuanto antes, pero por el camino tropiezo con la casa de empeño, cambie su oro por dinero ahora mismo, y no puedo resistirme. Veinte minutos después, retomo el camino, ya sin el anillo -recuerdo de mi abuela- ni la medalla de la comunión, y apenas unos pocos billetes en la cartera. Acelero el paso, ansioso por llegar a casa, pero me distraigo en una tienda de móviles, cambie su teléfono este mes, de la que salgo con un iPhone último modelo, y su consecuente contrato de permanencia, que no necesito para nada. Me pongo a correr, evitando concesionarios de coches, sedes de partidos políticos y entidades bancarias, sin detenerme por nada, sin acatar ninguna orden más, ni siquiera esos gritos de los transeúntes que me ordenan, mientras cruzo zigzagueante la avenida concurrida, que me detenga.

sábado, 15 de octubre de 2011

Hoja en blanco


El personaje recorre de arriba a abajo y de izquierda a derecha la hoja en blanco. No sabe qué hacer ni qué decir. Consulta la hora en el reloj, suelta un chasquido de impaciencia, y enciende el enésimo cigarrillo. Parece intranquilo y un tanto nervioso. Quiere emprender una acción, cualquiera, pero solo, sin mi ayuda, no se atreve. Para aprovechar el espacio del papel, lo cruza transversalmente, una y otra vez. De repente suena una melodía en su bolsillo y raudo saca el móvil. ¿Sí?, pregunta con miedo. Soy yo, tu autor, respondo decidido. ¿Se puede saber dónde estás?, añado. Dónde voy a estar, en la hoja en blanco, se atreve a responder. ¿Y no sabes qué día es hoy?, le arrojo extrañado. Sí, 15 de octubre, ¿por qué?, ¿dónde estás?, pregunta con interés. Aquí, en la manifestación, respondo entre gritos de banqueros al banquillo y cánticos de lo llaman democracia y no lo es. ¿Dónde voy a estar? Va, coge tus cosas y ven ahora mismo. Y llámame cuando llegues: somos muchos y no creo que me encuentres con facilidad. Ahora mismo voy, dice antes de colgar el teléfono. Lanza el cigarrillo, coge la hoja en blanco y escribe en ella no hay pan para tanto chorizo con grandes letras. Alza el cartel y desaparece de este texto.


Si acabas de leer este cuento y quieres dejar un comentario,
ya lo harás mañana.
Ahora, pincha en la imagen, busca la manifestación más cercana,
apaga el ordenador y toma la calle.
Muchas gracias.

martes, 11 de octubre de 2011

"Insomni", microrrelato en imágenes


Como podrán ver a continuación, me he embarcado en un nuevo proyecto. Aunque, por motivos obvios, sería mejor llamarlo un proyecto paralelo. ¿De qué se trata? Muy fácil. De explicar, no de hacer. Se coge un microrrelato, se guioniza, si es que esta palabra existe, se rueda, se monta y... voilà... se obtiene un breve cortometraje.




Clicad aquí para verlo en Youtube y en pantalla completa

Tripularemos la zozobrante nave dos personas: Rubén Ruiz y un servidor. O lo que es lo mismo: Gubben Entertainment y Realidades para Lelos. Rubén, en la sala de máquinas, se ocupará de que la nave llegue a buen puerto, gracias a sus aparatejos y su paciencia. Yo, menos hábil en el manejo del timón, me encargaré del cuaderno de bitácora.

Consideren este corto, titulado "Insomni", como un viaje inaugural, como una botadura, y sean condescendientes e implacables con sus comentarios, pues gracias a ellos podremos mejorar. Está basado en un microrrelato publicado hace ya un tiempo en este blog, y se aconseja ver primero el vídeo y posteriormente leer el relato, clicando aquí. Esperamos que os guste.

lunes, 10 de octubre de 2011

Mudanzas


Me levanto, me aseo, desayuno, me visto, cojo los bártulos, hasta ahí todo bien, pero en cuanto cierro la puerta para ir al trabajo y palpo en un movimiento reflejo mis bolsillos, me doy cuenta de que me he dejado las llaves dentro. Del piso contiguo sale un vecino en bata (digo un vecino, porque no es mi vecino); me echa un vistazo rápido y antes de cerrar la puerta dice, ah, es usted, con un aire de decepción. Miro alrededor y la puerta no es la puerta de mi piso ni el rellano es el de mi edificio. Además, ¿dónde está mi felpudo? Bajo las escaleras y al llegar al tercero, donde viven los vegetarianos, me invade un olor intenso, a cocido o algo parecido. En el primero me cruzo con una chica (de una belleza nunca antes vista) cargada de bolsas que me pregunta hoy no me ayudas a subir la compra, vecino, a la vez que me hace un guiño pícaro. Lo siento, tengo prisa, me disculpo, y desaparezco bajando escaleras de dos en dos. Al llegar abajo la portera (en mi edificio no había portería) me da los buenos días y me dice que hoy no tengo correspondencia. Salgo a la calle, y me siento desorientado. Ésta no es mi calle. Me miro en el cristal de la joyería (en mi calle jamás ha habido una joyería) y afortunadamente no reconozco el rostro que se refleja. Me quedo, pues, más tranquilo.



Si te toman el pelo, toma la calle.
Manifestación internacional del 15 de octubre.
Para más info, pincha en la imagen.

lunes, 3 de octubre de 2011

Recortes educativos


Hapreciado ceñor Garsia,

Nos halegra comunicarle que su ijo a aprovado la Educasión Vasica Ovligatoria con la calificasión de notavle.

Reciva mis felisitasiones y mi enohravuena.

El Jestor del Colejio



Si te toman el pelo, toma la calle.
Manifestación internacional del 15 de octubre.
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