miércoles, 28 de agosto de 2013

Cacería


Subes un poco la persiana y la luz que entra por las rendijas va moteando la desnudez de tu piel. A los pies de la cama te transformas en guepardo. Oteas la llanura, paciente y tranquila, en busca de un ejemplar joven y vulnerable, y descubres junto a la almohada el ovillo de mi cuerpo. No hay escapatoria. De nada va a servir correr en esta sábana tan extensa. Relampagueas hasta mi cuello y me abates de un mordisco. Puedo ver esas lágrimas de tizne que se deslizan desde tu ojos. Hay quien dice que son para protegerte del sol, aunque yo creo que solo son ruinas de tu maquillaje. Arrastras mi cuerpo hasta un rincón de la cama para evitar que los carroñeros te arrebaten la presa. Resuellas, muerdes, succionas, arrancas, gimes. Aprietas, asfixias, despedazas, tragas. Terminado el festín huyes en busca de un lugar sombrío. La digestión será lenta y pesada. Para ambos.



viernes, 23 de agosto de 2013

Pronominalización


Para evitar el arco iris matutino de mis pies decidiste vaciar el cajón compartido de la mesita y llenarlo solo con calcetines blancos unisex. Conseguiste tu objetivo, pero ese día dejamos de ser tú y yo y nos convertimos en nosotros. Al principio, vivir en primera persona del plural fue divertido: nos quedábamos con hambre en restaurantes con recogemigas de plata, visitábamos exposiciones que no entendíamos, paseábamos con sueño las mañanas de domingo y sonreíamos en las fotos de las bodas de nuestros amigos. Pero el tiempo y el roce han ido desgastando el algodón y por mucho que lo intentamos las puntadas siempre se nos clavan en los dedos y los agujeros de los talones no terminan de quedar bien zurcidos. Por eso hoy he salido a la calle descalzo. Para que pueda regresar a tu singularidad y tú a la mía.


Este microrrelato participa 
del blog Escribe fino 
de Fernando Vicente


miércoles, 21 de agosto de 2013

Peligro de extinción


Me gusta tu adicción a la soledad, ese rincón a la sombra donde mascas tus problemas, te sinceras y lames tus heridas; me encanta que vayas contracorriente, que quieras apurar el vaso de la vida y no pierdas el tiempo hibernando como hacen los demás; y aunque le robe protagonismo a ese par de pupilas verticales tan tuyas, me fascina el pozo de tus ojeras, repleto de gritos de niños y deseos por cumplir. Lo que no soporto de ningún modo es que ni disfrazado de bambú te fijes en mí.


Este texto pertenece a una serie de pareidolias, 
un fenómeno psicológico consistente en que 
un estímulo vago y aleatorio 
(habitualmente una imagen) 
es percibido erróneamente 
como una forma reconocible.
Otras pareidolias aquí

lunes, 19 de agosto de 2013

Entimismado


Al amanecer desato con lentitud y sigilo el nudo de nuestros cuerpos, busco en la penumbra del suelo tu ropa desperdigada, tus zapatos de tacón, tu blusa con pedrería, tu sostén negro de encaje, tus bragas con el lacito azul y tus shorts de vértigo, me visto con ellos y salgo a la calle para saber cómo te sientes esta mañana de domingo.


El título, 
"Entimismado",
lo tomo prestado
de Carlos Frontera,
un mago 
de las palabras.

viernes, 16 de agosto de 2013

Metonimia


Cuando hacemos el amor solo somos una peca en el dedo del pie, unos labios callados que a gritos lo dicen todo, una oreja con mono de susurros y mordiscos, unas nalgas incapaces de soportar caricias, unos dedos de excursión que buscan refugio en la humedad de tu cueva, una lengua conduciendo en círculos por la rotonda de tu pezón, un monte de Venus demasiado peligroso para un alpinista inexperto como yo y un flequillo que apenas puede esconder tus ojos en órbita. Afortunadamente, el cigarrillo de después recompone esa amalgama de miembros y apéndices, completa nuestros cuerpos y los convierte de nuevo en nosotros. Y ahora me vienes con que quieres dejar de fumar.



Este microrrelato, 
inspirado en el vídeo de arriba,
participa 
-como puede-
del blog Escribe fino 
de Fernando Vicente

miércoles, 14 de agosto de 2013

Tentempié


Un fresón explosivo y repleto de jugo como tus labios. Un par de melocotones, suaves y vellosos como tus pómulos. Una pera de piel moteada, salpicada con tus lunares. Un par de cerezas del color de tus ojos después de llorar. Una frambuesa roja y tersa, como la yema que te hace ascender a la cumbre. Tres rodajas de piña sin la parte del centro, dura como tu corazón. Todo bien licuado. Mi primer desayuno sin ti.  


lunes, 12 de agosto de 2013

Indeleble


En la cárcel donde ansío liberarme de ti, el chorro cae sobre mi cabeza como un castigo de oriente desde hace ya hora y media. Seguir frotando con la esponja es inútil: solo sirve para enrojecer aún más la piel. Las manchas arreboladas no desaparecen de mi cuerpo y tu mirada extática de cíclope sigue acechándome desde el sumidero. No todo se arregla con una ducha fría.



Este texto pertenece a una serie de pareidolias, 

un fenómeno psicológico consistente en que 
un estímulo vago y aleatorio 
(habitualmente una imagen) 
es percibido erróneamente como una forma reconocible.
Otras pareidolias aquí y aquí.


viernes, 9 de agosto de 2013

Coulrofobia


Quería lograr que el rey de la selva pasara por el aro en llamas y que el viejo elefante se arrodillara ante mí; deseaba hacer malabares con mis nostalgias, mantenerlas en el aire, en constante y peligrosa rotación; soñaba con tragarme un sable largo y afilado como un día sin ti; anhelaba caminar como un felino por la cuerda floja, sin red de seguridad ni arnés; ansiaba convertir nuestra cama en elástica para lograr piruetas dignas de las mayores ovaciones; pretendía lanzarme desde mi trapecio y que tus manos me salvaran de la fatal caída. Pero después del sí quiero lo único que siento es que los dedos de mis pies no alcanzan la punta de los zapatos, que mi nariz se enrojece y congestiona y que mi sonrisa pintada puede borrarse en cualquier momento.


Este microrrelato participa 
del blog Escribe fino 
de Fernando Vicente 

martes, 6 de agosto de 2013

Reformas


He arrancado de las paredes del dormitorio todas nuestras fotos hasta dejarlas lisas, esbeltas y rasuradas, como tus piernas en verano; he desterrado al pasillo los armarios de roble, sin tus camisas bien planchadas, sin tus braguitas dobladas con disciplina militar; he descolgado el espejo por donde ya no te paseas y el cuadro de peces de colores que pintaste aquel octubre; he sacado la pantalla de la lámpara para dejar un botón luminoso y vital en el techo, mi único sol, mi único dios, y lo he pintado todo con un indigesto y empalagoso tono pastel. Y aun así, esta primera noche sin ti no consigo olvidarte.  


Este texto pertenece a una serie de pareidolias, 
un fenómeno psicológico consistente en que 
un estímulo vago y aleatorio 
(habitualmente una imagen) 
es percibido erróneamente como una forma reconocible.


lunes, 5 de agosto de 2013

Patria


Me pasaría la vida entera en tu cuello, viajando por el archipiélago de tus lunares, enredándome infantilmente en las cortinas de tus cabellos, contemplando tus labios como quien mira la luna, soñando con un viaje de explorador a tus hombros moteados, notando el bombeo de la carótida, unas veces lento y otras acelerado, de no ser por esos peces de tu ropa que acechan mis cobardes tentativas de asalto y me hacen sentir, una vez más, como un gusano.




Con este texto inauguro un serie de pareidolias, 
un fenómeno psicológico consistente en que 
un estímulo vago y aleatorio 
(habitualmente una imagen) 
es percibido erróneamente como una forma reconocible.




jueves, 1 de agosto de 2013

"Persistencia" en la revista Periplo XXII


La revista Periplo acaba de sacar su número XXII, titulado "Los trazos de la angustia", donde se ha colado "Persistencia", uno de los microrrelatos que envié al ReC, donde participó sin éxito.




Muchas gracias al equipo de Periplo por rescatarlo y en especial a Carolina, encargada de la sección Microtrayectos, dedicada a la microficción.