Vitales y escurridizas como el agua, se han terminado ya las dos semanas de descanso. Y por desgracia, volvemos a estar encerrados entre estas cuatro paredes, que en un principio nos parecieron dulces pero que pronto se nos amargaron. La bruja, desde su mesa, sigue gritándonos con desprecio y arrojando quejas absurdas. La historia de siempre. Sólo me tranquilizo cuando siento tu mano apretando la mía mientras me dices no temas, pronto tendremos otras vacaciones, y si no, siempre nos quedará cambiar de cuento, Gretel.