domingo, 13 de diciembre de 2009

Museos


Estoy harto de tanto museo, cansado de ver siempre lo mismo. Es un verdadero suplicio, un tostón insufrible. Yo no quiero venir, claro está, pero ellos al final siempre acaban obligándome y me llevan donde quieren. A mí, si te digo la verdad, me aburren, no me gustan, porque me parecen todos iguales. Visto uno, vistos todos. Te lo digo yo, que he estado sin remedio ni elección en cientos de ellos. Y en los mejores, no te creas: en el Louvre, en  el Metropolitan, en el Museo Británico, en el Guggenheim… He recorrido –obligado- miles de quilómetros, he cruzado océanos, y todos, absolutamente todos, me parecen idénticos, como si fueran siempre el mismo, repetido una y otra vez.  En cada museo revivo la misma escena, contemplo con resignación cómo los visitantes se acercan con expresión de asombro, o decepcionados, y me fotografían una y otra vez, a través de los gruesos cristales de la vitrina en la que estoy expuesto.

24 comentarios:

Campanula dijo...

Que triste, la obra de arte entonces ha perdido su resplandor.
un abrazo

David Moreno dijo...

Eso se llama rutina, ays, a veces es lo mejor.

Un saludo indio

Belén dijo...

Muy bueno si señor, solo hace falta que algún espectador le cambie la vida...

;)

Besicos

Anonima Mente dijo...

No a todo el mundo le gusta su trabajo, ni la vida que lleva, ni el lugar donde vive...supongo que esta escultura padece más de lo mismo.
Un saludo!

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

una obra de arte

enhorabuena, el texto me ha transportado como si fuese un perrito que llevas detrás.

Martín Gardella dijo...

Victor, la idea del relato me parece genial y original, pero debe ser porque ya conozco bastante tu estilo que imaginé el final desde la primera línea. Eso no le quita mérito a tu relato, que sigue siendo muy bueno! Un abrazo

Esteban Dublín dijo...

Víctor, hay algo que me alegra mucho del cuento y es que había escrito uno con la misma idea. Cuando me robaron el equipo, perdí el cuento. El caso es que me alegra porque de algún modo me gusta coincidir contigo. Me siento, de algún modo, halagado.

rrrrrrrrrrrrrrrrrrr dijo...

Enhorabona, Víctor!
Jo ja coneixia el conte, que és aplegat en una part del que un dia fou un regal preciós. Amb tot, però, m'ha fet somriure de nou.
M'alegra força saber que tens tots aquests seguidors que et llegeixen i t'encoratgen amb els seus comentaris.
Fins aviat!
M.N.G.

Víctor dijo...

Sí, Campanula, tantas visitas oscurecen. Un saludo y gracias por pasarte por aquí.

¿Lo mejor, No Comments? ¿Cuándo la rutina se convierte en lo mejor? Un saludo.

Ni que lo digas, Belén. Lo que daría esa pieza por vivir la aventura de un robo, o lo que ocurrió en el museo hace un par de entradas. Saludicos.

Ya te digo, Anonima Mente. Y encima ni cobra por estar ahí expuesta todo el día. Un saludo.

Víctor dijo...

¿Una obra de arte? ¿El texto o el relato? Bah, de todos modos, poco importa. Ah, y la imagen del perrito, Daniel, muy bien conseguida. Un saludo.

Pues ya no sé cómo sorprenderte, Martín. Quizás en el próximo la sorpresa sea precisamente la ausencia de sorpresa. Un abrazo y muchas gracias por el comentario y la crítica.

Joder, Esteban, ya es casualidad: unas veces te ocurre a ti y otras a mí. Pero te puedo asegurar que no fui yo quien te robó el portátil. El halago es mutuo. Un abrazo.

Nivaira? Ufff... m'ha costat una miqueta saber qui eres. I sí, n'hi ha molts de seguidors, però tampoc n'has de fer massa cas d'això. Millor la qualitat que la qualitat, com en tot en aquesta vida. Fes una ullada per aquí, que potser trobaràs -ho espero- més coses que et facin somriure. Sense modèstia, que no és lo meu, crec que d'aquell recull que cites a aquests petits contes es nota força el canvi. A millor o a pitjor ho decideixes tu. Una abraçada enorme, M.

Anónimo dijo...

Una obra de arte aburrida de que la miren, y en cambio hay cada 'callo' por televisión chupando cámara a todas horas... Me ha encantado el giro de punto de vista en el último momento. Y a Mahatma también.
Saludos.

Esteban Dublín dijo...

Jajajajajajaja. No tenías que asegurarlo, Víctor. Lo sé. Abrazos.

Víctor dijo...

Tienes toda la razón, Mr. Xarat. Si por mí fuera, esa gentuza trabajaría duro en lugar de pasearse por los platós de televisión. Todo un honor que te guste (y a Mahatma también) el giro final: por lo visto, aquí me pillan esa inversión de la realidad (típica en mis relatos) a la primera. Gracias por el comentario. Saludos y caricias a repartir.

Es que temía que malpensaras de mí, Esteban. Con lo bonachón que soy... Ah, y recuerda que -sólo- te robaron el portátil, no las ideas. Un abrazo.

Anónimo dijo...

La gente va a los museos por pura rutina, se viaja a lo tonto, a intentar recorrer el maximo posible en el mínimo posible, sin ver nada del todo al final..

Miguel dijo...

Hay mucha gente que va a los museos para hacer la fotografía de rigor, no ha apreciar la obra de arte.
Se intuía un poco el final pero aún asi genial, Víctor.
Enhorabuena por esa fantastica imaginación.

Miguel

Víctor dijo...

En eso tienes razón, Jordim. Mejor recorrer lo mínimo en el máximo tiempo posible, para así poder interiorizarlo más. Un saludo y bienvenido a las Realidades para lelos.

Sí, Miguel, y eso que las postales quedan siempre mucho mejor que las fotos que sacamos nosotros. Y si se intuía un poco el final, Miguel, ¿por qué lo encuentras genial? Un abrazo.

Miguel dijo...

Lo encuentro genial por ese derroche de imaginación y la forma de redactar tan compacta que tienes.

Miguel

Víctor dijo...

Mi pregunta era retórica, Miguel, o sea que no me esperaba ninguna respuesta. Sin embargo, gracias por el comentario. Un derroche de abrazos compactos.

Hiperbreves S.A. dijo...

Muy bueno, Víctor. El suplicio de la obra de arte.

Víctor dijo...

Por no hablar del suplicio del artista, Raúl. Gracias por el comentario y un abrazo.

Jesús Contreras dijo...

Hola, Víctor. Me imaginaba el final, pero eso no quita que el texto esté bien. Se lee con pasmosa rapidez y te transporta fácilmente de un sitio a otro, lo mismo que le sucede a la obra de arte.

Saludos

Víctor dijo...

En eso tienes razón, Jesús, el final era un poco previsible, y más, si has estado leyendo otros textos míos. Gracias por el comentario y sobre todo por repasar textos antiguos y no quedarte únicamente con la última entrada. Un abrazo.

Unknown dijo...

El síndrome de la estrella,que primero busca la fama y cuando ya la tiene la detesta.Éste tipo de ser,más bien le faltó visión e imaginación para apreciar la admiración y cariño de los demás como corresponde a una buena estrella.

Víctor dijo...

Es que eso de la fama se acaba convirtiendo en un problema. Cuesta conseguirla, cuesta mantenerse, y al final se aburre. Nada, será mejor que guarden el jarrón (el cuadro o lo que sea) en un almacén y que acumule polvo. Un abrazo.