lunes, 17 de octubre de 2011

Obediencia


Se abren las puertas del ascensor, leo la pegatina de empuje y obedezco. Paso por delante del bar, le echo un vistazo al cartel colgado en el exterior, beba Cocacola, entro y pido una. Ojeo el diario, para distraerme, y cuando llego a los anuncios de relax, llámame, algo me impulsa a sacar el móvil y marcar el número indicado. Tras una conversación demasiado subida de tono para esas horas de la mañana, y un buen puñado de euros malgastados, cuelgo, pago la consumición y salgo a la calle para que me dé el aire. El dietista de la esquina ha puesto un nuevo letrero en la puerta. Cómo perder peso. Entre y pregunte. Entro, pregunto, y me acaba echando a patadas de la consulta, indignado, entre otras cosas, porque no llego a los setenta quilos y cree que estoy de pitorreo. Frente a la clínica dental, una chica me da un folleto, hágase una revisión gratuita, y al cabo de tres cuartos de hora, salgo del dentista con cita para la próxima semana, por dos caries y un nervio que habrá que matar. Empiezo a estar de mal humor, así que decido regresar de mi paseo, cuanto antes, pero por el camino tropiezo con la casa de empeño, cambie su oro por dinero ahora mismo, y no puedo resistirme. Veinte minutos después, retomo el camino, ya sin el anillo -recuerdo de mi abuela- ni la medalla de la comunión, y apenas unos pocos billetes en la cartera. Acelero el paso, ansioso por llegar a casa, pero me distraigo en una tienda de móviles, cambie su teléfono este mes, de la que salgo con un iPhone último modelo, y su consecuente contrato de permanencia, que no necesito para nada. Me pongo a correr, evitando concesionarios de coches, sedes de partidos políticos y entidades bancarias, sin detenerme por nada, sin acatar ninguna orden más, ni siquiera esos gritos de los transeúntes que me ordenan, mientras cruzo zigzagueante la avenida concurrida, que me detenga.

19 comentarios:

Rosa dijo...

Te comen tanto la cabeza con tanto anuncio que mejor quedarse en casa con un buen libro que de momento no tiene publicidad entre sus páginas...De momento.

Besos desde el aire

Anita Dinamita dijo...

Nunca se me había ocurrido obedecer a destajo, pero si lo intentara alguien puede que no sobreviviera mucho tiempo ¡qué estrés!
Un abrazo

AGUS dijo...

Buena metáfora (real) Víctor de lo que está pasando y del hombre atrapado en su tiempo.

Abrazos.

Maite dijo...

Fantástico reflejo del marketing y de la cantidad de imputs promocionales y cánones que se nos imponen, reglas y órdenes que muchos no tienen capacidad de distinguir y de poner en juego la capacidad de elegir y de vivir.
Un micro de los que para mí lo son de principio a fin, por contenido, por estructura, por construcción y por juego con el lector.
Abrazos!

BB dijo...

A mí, como siempre, me ha encantado, si casi huí contigo de esto que nos atrapa y es el consumismo trágico.
Un abrazo
BB

Jesus Esnaola dijo...

Me gustó, Víctor. Parece una reducción al absurdo y en ese sentido es casi un microrrelato humorístico, lleno de ironía. Sin embargo la cercanía con la realidad le da un toque de miedo, casi.
Lo cierto es que jode que asuste lo que debería hacerte reír.

Abrazos

Víctor dijo...

Ya dices bien, Rosa, de momento. Porque en muchos blogs literarios te la meten con pala, la publicidad... Abrazos desde el suelo.

Es que hay tantas órdenes en el mundo, Anita, que cualquiera se pone a cumplirlas todas... Me estreso sólo de pensarlo.

¿Metáfora real, Agus? En otro cuento vale, pero en este me da repelús pensar en que pueda ser real. Mejor elijo una identidad, como me está ordenando este cuadro de diálogo de blogger. Abrazos.

Pues a mí no me parecía ni la mitad de lo que dices, Maite. Sólo quería ser una estúpida parodia de la vida en imperativo que vivimos. Quizás por eso me gustó tu comentario. Un abrazo.

Harto de consumismo desenfrenado, América. Tanto, que voy a ir a comprarme algo que logre que no compre tanto. Seguro que ya lo han inventado... Un abrazo.

Hombre, Jesus, es verdad que quería hacer reír, pero también me apetecía asustar un poco y, por qué no, también joder otro tanto. Que no todo van a ser japiends... Un abrazo.

Jesus Esnaola dijo...

Claro, Víctor, eso quería decir. Todo lo que haces sentir disfrazado de broma.

Pablo Gonz dijo...

Necesitamos muchos micros de tono crítico, Víctor. Gracias por el aporte.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ

Víctor dijo...

Se trata solo de un disfraz, Jesus. Bajo la piel del cordero... Abrazos.

Y necesitamos mucha crítica de tono mínimo, Pablo. Un abrazo.

Daniel Sánchez dijo...

Muy bueno. En el micro la estructura de enumerar hechos y después dar un giro al final suele funcionar.
A mi el final me ha enganchado.

Enhorabuena.

Quizá en vez de la gente gritar, podrías haber utilizado otra señal o un semaforo.

R.A. dijo...

Yo creo que el micro nos está dando una clave en esa reducciòn al absurdo que dice Jesus.
Dejemos de consumir,paremos los la inercia y que se pare el mundo. Eso quieren ciudadanos que piensen poco y consuman mucho.

Abrazo

Víctor dijo...

No utilicé una señal o un semáforo, Dani, para separar lo ordenado por un objeto y lo ordenado por personas. Si te das cuenta, el protagonista obedece a todo aquello ordenado por cosas (carteles, anuncios...) pero no obedece a las personas. Y quizás, obedecerlas a ellas en lugar de a las cosas le hubiera dado mejor resultado. Si te enganchó el final, Dani, es todo un logro, porque pretendía enganchar por todo menos por el final. Un abrazo.

Por ahí van los tiros, Rosana. Dejemos de obedecer las órdenes (consumistas) de los anuncios y carteles y escuchemos más a las personas. Vamos, lo que se llama una revolución individual y personal. Si el capitalismo se nutre de consumistas empedernidos, optemos por un consumo responsable y que el capitalismo se muera de hambre. Un abrazo, Rosana.

Susana Camps dijo...

Me gusta este tono crítico, demoledor. Ya no es tiempo de Perales ("viste como quieras, bebe Coca-Cola, vuela con Iberia a Nueva York..."). La oferta es ahora muy demandante. Exprime.
Enhorabuena por cómo lo transmites. Abrazos.

montse dijo...

Da un poco de miedo, ¿no? Todo lo que no dices más que lo que dices, pero es que está ahí, entre líneas, y subliminalmente nos obligas a leerlo también...Muy muy bueno.

Víctor dijo...

Cierto, Susana. Ahora es tiempo de pedirle Olmos al Perales. Demasiado exigente, la publicidad. Gràcies pel comentari, Susana.

Sí, da un poco de miedo, Montse, pero es el día a día, ¿no? La solución es la insurrección publicitaria. Me alegra que te gustara. Abrazo.

XAVIER BLANCO dijo...

Victor, ese absurdo que nos planteas es como la vida misma, estamos cercados por normas escritas y no escritas, por convenciones sociales, por lo políticamente correcto, por...al final parecemos autómatas que vamos haciendo lo que toca hacer en cada momento. Me ha gusto, mucho.
Estoy contigo, nos queda la insurrección...
Un abrazo

Enmascarado dijo...

Hola Victor. Qué locura de historia. Termina uno estresado solo con leerla. Jjejeje
Resultó como de hace cuatro años. Para actualizarla, te faltó tal vez al banquero por la calle captado a quien tenga dinero para sus seguros, planes o pisos embargados.
Un abrazo.

Víctor dijo...

La publicidad, Xavier, que es mu mala. Y nosotros, que somos débiles como el que más. Afán de comprar, no de tener, de adquirir, más que de disfrutar... Insurrectos, sí, pero empezando por uno mismo. Lo primero que hay que eliminar está en nosotros mismos. Un saludo.

Estresado, sí, pero no te preocupes, Enmascarado, que comprando algo, lo que sea, te calmas un montón. Y sino, a obedecer se ha dicho. Bueno, al final el prota ya va "evitando concesionarios de coches, sedes de partidos políticos y entidades bancarias", porque pasas por delante de un vota tal o vota cual y como te despistes te (con)vencen. Y ya dejamos el pida su hipoteca, que ahí sí que te pillan... Otro abrazo y gracias por pasarte.