Madre e hija van al colegio cogidas de la mano. Es el primer día y ambas están nerviosas. Al llegar a la entrada, tras el abrazo de rigor, le dice no te preocupes, que dentro de nada vuelvo a recogerte, no tardo nada, te lo prometo; además conocerás a un montón de amigos con los que podrás jugar. Y sobre todo no me vayas a llorar, que ya eres mayor. Todavía intentando comprender el verdadero alcance de aquellas palabras, nota la mano de la maestra que la estira hacia dentro, hacia los gritos y los llantos. Intenta no llorar, pero cuando ve a su hija alejándose calle abajo, no puede reprimir una lágrima.
Imagen tomada de aquí
18 comentarios:
Vi venir la trampa desde el principio, y acerté. Eso no quiere decir que esté mal escrito, al contrario, pero también es que yo soy muy lista.
Un saludo.
Un texto de perspectiva, Víctor. Nos haces ver el otro lado, lo que ocurre en este caso puertas para fuera. Muy bien escrito, jugando con esa ambiguedad sencilla que al final resuelves de forma exquisita. Una pieza de forma, de estructura.
Abrazos.
Yo también vi venir el final, quizá porque te conozco, y no por eso me gusta menos. Lo que no entiendo es el sentido de que la madre vaya al colegio con la hija de la mano... supongo que la cosa es darle la vuelta a la ficción y dejar a la madre ante el miedo del primer día, ella sola, mientras su hija se va a trabajar.
Pues mira, yo me figuré una madre con alzheimer, vuelta a la niñez.
Me gustó Víctor!
Saludos!
Me has recordado a una anécdota que cuenta mi madre cuando me dejó por primera vez en el colegio. Me fui a conocer a mis amigas y ella se quedó sola, en la entrada, casi a punto de llorar. Quería que yo hubiera montado el espectáculo ;)
Besicos
Estuvo bien, me recordó a unas cuantas situaciones de la vida, todas parecidas a ese final :)
Muy buena historia. También yo intuí el final desde las primeras lineas. Creo que la frase "Madre e hija van al colegio cogidas de la mano" me genera al instante una imagen de una madre infantilizada, que camina con su hija como si fuesen amiguitas y me da pie a pensar en el cambio de roles. Eso no le quita una pizca de calidad al texto. Un abrazo, Víctor.
Creo que Belén ha dado en el clavo, ese sentimiento de abandono por parte de la madre, ese cambio de roles es lo que le da la fuerza al micro. Es cierto que la historia no se esconde del todo, pero no siempre tiene que ser así, un micro también habla de ese otro lado al que cuesta asomarnos, y aquí, está muy bien reflejado. Abrazos.
Precioso micro que habla del mejor de los amores. La intención no se oculta y está bien que así sea Por qué habríamos de velar un cuento luminoso?
Un abrazo
Como dice Agus, un texto de perspectiva. Muy interesante y bueno.
Este realmente me parece muy flojo, Víctor. Aunque la perspectiva cambia por la orientación que le damos al lector, por lo menos en mi país, el asunto es completamente frecuente. Un abrazo internacional.
No me parece de los mejores.
Bien escrito, pero se intuye el resultado.
A seguir escribiendo, jeje
Un saludo indio
Me gustó. Nunca me ha pasado, siempre soy a la que dejan.
Saludos.
Me has sorprendido realmente. Muy bueno. Parece el mundo al revés, pero es la vida misma. Saludos
Me gustó, incluso aunque se intuya el resultado está muy bien contado
Saludillos
Con lectoras tan avispadas como tú, Luisa, tendré que pulir más mis textos. Un abrazo.
Bien, Agus, suerte que estás tú para animar... Un abrazo, y me encantó el homenaje que te hizo Fer en su blog.
Anita: no es tan raro que una madre lleva al colegio de la mano a su hija, ¿no? Me alegra, de todos modos, que no base la calidad de un relato en la sorpresa. Un abrazo.
Tu visión, Claudia, podría dar otro micro. Aunque eso del Alzheimer esté ya un poco visto... Un abrazo.
Aixxx, Belén... las cosas casi nunca salen como se planean. Un abrazo y gracias por comentar.
Me alegra que te gustara, Ainhoa. Si te recordó cosas de la vida debe ser porque el colegio también es la escuela de la vida, su microcosmos. Un abrazo.
Bien, Pedro, Repito: me alegra que no den toda la importancia del relato a la capacidad de sorpresa del mismo, y más en esta ocasión, en la que solo era un complemento. Un abrazo.
Tienes razón, Maite. La historia no se esconde, porque no pretende ser una sorpresa final. El micro es todo, no solo la última frase, donde se gira el relato. Un abrazo.
Me encantó tu comentario, Patricia. Eso de "velar un cuento luminoso" tiene su chispa. Un abrazo enorme.
Gracias, David. Si lo dice Agus va a misa. O donde quiera. Un abrazo.
Pues lo siento, Esteban. Lo que no comprendo es tu comentario, eso de tu país que dices. ¿Me lo aclaras? Un abrazo internacional.
Lo sento también por ti, David. Pero no te preocupes, sigo escribiendo. Un abrazo.
Me alegra que te gustara, MAK. ¿Nunca te ha pasado? Mejor para ti, pues. Un fuerte abrazo.
Sí, Pretendientes, parece el mundo al revés, pero es la vida misma. Un abrazo.
Bien Puck. Que no se vele el resultado no significa que no tenga calidad. Ni todo lo contrario. Un abrazo.
Pues, yo llegué un tanto distraída, por lo tanto el final me sorprendió, jeje. Una vuelta de tuerca al primer día de clase.
Me gustó tu micro.
Saludos!
Gracias, Mónica. Un placer que te gusten mis textos. Regresa cuando quieras. Serás bienvenida. Un abrazo.
Publicar un comentario