miércoles, 9 de marzo de 2011

Plenitud


En matemáticas, según afirman los entendidos, el orden de los factores no altera el producto. En literatura, según vengo observando, el (des)orden de los factores mejora el producto. O lo intenta. ¿Qué opináis?


Plenitud

Ya he cortado un árbol y borrado un libro. ¿Sabes qué falta, hijo mío?


35 comentarios:

AGUS dijo...

Exquisito. Hoy nada más que decir. Aplausos.

Abrazos.

Sibreve dijo...

Brutal. Buenísimo.
Saludos.

F dijo...

Me ha hecho sonreír esta especie de personaje de Bradbury

Manu Espada dijo...

Joder, qué bueno Víctor, me encanta.

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Bueno y desencajante. Me ha remitido enseguida a uno del gran Purranki Sandongui: "Ya corté el árbol y quemé el libro. Ahora sólo me falta comerme un niño".

David Moreno dijo...

Muy buena esta cerilla Víctor.
En literatura está permitido alterar el orden, incluso así, mejora el resultado. Por eso nos gusta tanto, es un medio de liberación...

Un saludo indio

Anita Dinamita dijo...

Genial, la cerilla se ha encendido y la he tenido que soplar porque me quemaba los dedos.
Un abrazo

Pedro Alonso Da Silva dijo...

Simplemente bestial. Una genialidad.
Abrazos.

Maribel Romero dijo...

Pobre hijo. Muy bueno.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Esta cerilla quema a distancia!!!
Muy bueno Víctor.

Un abrazo

Torcuato dijo...

Pues le faltan dos cosas.
Un abrazo.

Ainhoa Miera dijo...

Excelente!

Araceli Esteves dijo...

Vaya contundencia rezuma tu cerilla. Bravo

Esteban Dublín dijo...

Perfecto. Nada que agregar.

bicefalepena dijo...

Hay cosas que no se entienden ni desde el cariño...

Un abrazo

Anónimo dijo...

Muy muy bueno. Me encantó.

Propílogo dijo...

Genial la idea de dirigirse al hijo.
Muy bueno, Víctor.
Saludos
Gabriel

Maite dijo...

Bufff, más vale que el hijo no se imagine lo que le espera. Buena vuelta (literal) al dicho. Un abrazo.

Mar dijo...

Jamás lo había visto de esa forma, estupendo.

Saludos.

Thrillerlife dijo...

Excelente! Mejor hacer todo doble (el efecto dura dos vidas)

Rocío Romero dijo...

Bravísimo (oooooh, con los labios muy redondos y los ojos muy abiertos).
Besos ;-)

Acuática dijo...

Muy, muy bueno ^_^

Martín Gardella dijo...

Simplemente excelente. Me encantó, y me dejaste con la boca abierta en sólo un renglón. Te felicito de verdad! Un abrazo internacional

Víctor dijo...

Gracias, Agus. Me alegra que te guste la cerilla. Dice mucho de ella. Un abrazo.

Gracias, Sibreve. Un saludo.

Es que si no se saben bien los dichos, mejor no ponerlos en práctica, Depropio. Un abrazo.

Joder, Manu, qué bueno, cómo me alegra. Un abrazo.

Fernando, debo reconocer que no había leído antes ese de Sandongui (ni siquiera conocía ese autor). Sin embargo, prefiero la versión con la pregunta al niño, más insinuante, menos cerrado. Un abrazo y gracias por citarme "mi fuente", aun sin saberlo.

Eso es, David, el orden en literatura es un obstáculo. Bueno, en según qué literatura. Un abrazo.

¿Y has pedido el deseo mientras soplabas la cerilla, Anita? Espero que no hayas desperdiciado la oportunidad. Un abrazo.

Simplemente gracias, Pedro. Ah, y enhorabuena desde aquí por el premio que te llevaste.

Muchas gracas, Maribel. Y lo de "pobre hijo"... todavía no, que nadie dice que lo vaya a matar. Un saludo.

Gracias, Patricia. Espero que el fuego no te dejara marca. Un abrazo.

¿Y la segunda, Torcuato? No pillo tu comentario. Un abrazo.

Gracias, Ainhoa. Me alegra que te gustara. Un saludo.

La misma contundencia que tu comentario, Araceli. Un abrazo.

Gracias, Esteban. Nada que agregar.
Un abrazo internacional.

Es que el cariño es muy traicionero, Bicefalepena. Hay que ir con cuidado con él. Un abrazo.

Muchas, muchas gracias, Alberto. Me encantó tu comentario. Un saludo.

Lo viste, Gabriel. Creoq eu ahí está un poco la gracia del micro. Y en dejarlo abierto, insinuante. Un saludo.

Hombre, si el hijo se equivoca, quizás salve la vida. A veces un error es un acierto. Un abrazo, Maite.

Ni yo tampoco MAK. Pero siempre hay que buscar nuevos puntos de vista. Un abrazo.

¿Mejor, Thrillerlife? Para el hijo no creo que sea mejor... Un abrazo.

Gracísimas, Rocío, con los labios bien abiertos y los ojos humedecidos. Un abrazo.

Muchas, muchas gracias, Acuática. Un saludo.

Simplemente gracias, Martín. Un renglón, si está trabajado, puede dejar con la boca abierta. Pero por su brevedad, porque no deja tiempo a preparar la defensa, y nos pilla desprevenidos. Un abrazo internacional, Martín.

R.A. dijo...

Segunda vez que digo cojonudo hoy, pero es que lo es...de los de, ojalá lo hubiera escrito yo. Cerilla de esas de las que arde rápido y bien.


Abrazo

Víctor dijo...

Se te echaba de menos por aquí, Rosana. Me alegra que te gustara, y me alegra que lo califiques con el adjetivo "cojonudo". Y más, después de haber estado en Burgos y haberme destrozado a esas mezclas de morcillita, huevo de codorniz y pimientito, que regadas con un tinto son ídem. ¿Ojalá la hubieras escrito tú, la cerilla? Te la cambio sin pensarlo por un par de cuentos tuyos. ¿Trato hecho? ;) Un abrazo!

Jesus Esnaola dijo...

Oh Oh, a mí me da que será mejor ir pensando en correr. Salvo que el hijo tenga ya cierta edad y pida una prórroga a su padre para él a su vez hacer lo que debe.

Miguel dijo...

Jajaja me encantó el puntito cruel. Como a mí me gustan.

Enhorabuena.

Saludos

Víctor dijo...

A saber, Jesus. Con un padre tan liado, quizás no sepa cómo continúa el dicho... Tanto prevertirlo al final tiene consecuencias negativas. Un abrazo.

Pues por aquí está la cosa cruel creul, normalmente. Un saludo, Miguel.

GinHindew110 dijo...

Me reecuerda a los chistes de Cyanide and Hapiness, simple, cruel y divertido

Víctor dijo...

No conocía esos dibujos, Gin, pero acabo de echarles un vistazo y están bien. Un abrazo y gracias por comentar.

Juan Vásquez dijo...

Jueputa, esa cerilla es incendiaria con toda la gana! genial

Víctor dijo...

Gracias, Juan. Tu comentario me hizo reir.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho! Ya tienes un nuevo seguidor.

Un abrazo

Víctor dijo...

Gracias, Nico. Espero no defraudarte con los próximos microrrelatos. Un abrazo.