martes, 10 de julio de 2012

Objetivo vital


Hijos no he tenido, y ahora es ya demasiado tarde. Libros tampoco he escrito nunca ninguno; todo lo más, esta nota que has encontrado en mi bolsillo, poco después de haberme descolgado de este árbol que -eso sí- planté aquí de niño, quién sabe si con ese fin.

Microrrelato-Microficción-Hiperbreve-Microcuento

Si te apetece leer una cerilla incendiaria 
sobre este tema, 
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21 comentarios:

Miguelángel Flores dijo...

Más que vital yo diría mortal, Victor. Le has dado una vuelta genial y macabra al dicho famoso.
Abrazos.

AGUS dijo...

Un epílogo que cierra la historia desde uno de los tres vértices del triángulo.

Dudo con término "descolgado", quizá lo más habitual hubiera sido utilizar "colgado". Sé que lo habrás sopesado, y se me ocurre una explicación, pero dudo.

Abrazos.

BB dijo...

No era, en realidad, lo que Martí planteaba. Pero, no quedaban más opciones...

La cerilla dejó abierta una trágica posibilidad...

Besos

Paloma Hidalgo dijo...

Un círculo cerrado al que la muerte pone el lazo, uf, menos mal que además de plantar un árbol-varios en realidad- he hecho las otras cosas, que yo creo en las casualidades.
Me ha gustado.

:-)

Víctor dijo...

A mí me gusta más la vuelta de la cerilla incendiaria, Miguelángel, pero bueno, es un tema que me atrae. Y sí, mejor mortal, pero no quería ser demasiado explícito con el título. Un abrazo.

Si hay que darle tantas vueltas, Agus, es que no se entiende. Mala suerte. La idea es que alguien descuelgue el cuerpo de un suicida, que previamente ha escrito esa nota de despedida. Nada, que no se entiende ni la explicación. Un abrazo incomprendido.

Cuando ya no quedan opciones, América, todas las opciones son buenas. Un abrazo.

Pues yo, Paloma, ni árbol, ni libro ni hijo. Y yo creo en las causalidades. Me pongo a temblar. Un abrazo.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Brillante, Víctor. Este micro mantiene la tensión entre el silencio y la escritura incluso cuando el lector ya ha acabado de leerlo. Destaca por lo implícito, lo soterrado, por su máxima elisión.

En cuanto a la cerilla incendiaria, me ha dejado sin palabras y con la piel erizada.

Un abrazo,

Víctor dijo...

Gracias, Pedro, me alegra que te gustara. De todos modos, a mí me convence más la cerilla que este micro. Un abrazo.

Maite dijo...

La cerilla es excelente, Víctor.
En este micro se trasluce como, a veces, las metas que nos imponemos en la vida, no son las adecuadas.
Abrazos!! Me alegra leerte, me hace sentirme "en casa"

Víctor dijo...

Gracias, Maite. Si te gustó la cerilla, puedes descargar el último número de la revista "Narrativas", en la que se incluye una breve selección de estas cerillas. Joder, qué chulo eso de que aquí te sientas como en casa... Un abrazo acogedor.

Anónimo dijo...

Un micro extraordinari! Felicitats, Víctor!

Víctor dijo...

Moltes gràcies, tot i que amb aquest anonimat no sé ben bé a qui agraïr-li. Una abraçada.

Anónimo dijo...

Apiandense del hombre no tuvo ni hijo, ni árbol, ni libro. Me encantó, Víctor. Un saludo.

Francesc Barberá

Anónimo dijo...

Simplemente genial, Víctor.

Víctor dijo...

Pues apiádate de mí, Francesc, que no tengo ninguna de las tres cosas. Me alegra que te gustara. Una abraçada.

Simplemente te pasas, Pablo. Pero gracias de todos modos. Un abrazo.

Elysa dijo...

Título muy adecuado. Y vaya, esa imagen del que encuentras la nota después de descolgar al tipo, ¡uff!. Tan bueno como la cerilla.

Besitos

Rosy Val dijo...

Espero que ese descolgarse de la vida no fuera por no haber sido padre o escritor de libros...
¡Bah, qué tonterías se me ocurren!

Genial también la cerilla.
Me ha encantado, Victor.

Víctor dijo...

Me salió un poco liado, Elysa, pero veo que más o menos se entiende. Tendré que meterlo en chapa y pintura, de todos modos. Un abrazo.

Muchas gracias, Rosy. A mí también se me ocurren muchas tonterías, no te preocupes. Un abrazo.

Juanlu dijo...

Plas! plas! plas!...a sus pies

Víctor dijo...

Levántate y anda, Juan Luis. Un abrazo.

malditas musas dijo...

Contundente...

Slds

Víctor dijo...

Espero no haberte golpeado muy fuerte, Marcela. Un abrazo.