La encontró hace años en el desván, escondida entre las mantas de un viejo baúl, y descubrió que en ella se podía ver el futuro. Se pasó, lógicamente, toda la tarde probándola. No fue a buscar a Carmen a la salida del trabajo, como todos los días, porque la bola le mostró una fuerte discusión entre ambos aquella misma noche. Luego, viendo en el cristal cómo perdía un par de juicios con todo a su favor, decidió que abandonaría la carrera de derecho. Pensó en estudiar medicina, pero la borrosa visión de un fallo mortal con el bisturí durante una operación le hizo rechazar la idea al instante. A partir de entonces, resolvió no emprender ninguna acción sin haber consultado antes en la bola las consecuencias que tendría, para así evitar desgracias.
Ahora, cincuenta años más tarde, sin haber salido apenas del desván durante todo este tiempo, sólo para comprar lo necesario y regresar a toda prisa a casa, reconoce que ha desperdiciado su vida. Ni siquiera se atreve a preguntarle a la bola qué ocurriría si la cogiese y la arrojase contra el suelo.
22 comentarios:
Yo creo que mejor se arroja de la azotea, junto con la bola, o mejor aun debia volverse adivino del futuro de los otros, asi se hubiera hecho rico.
muy bueno tu relato, como siempre, un abrazo.
Bueno, es que este hombre no creía eso de que el hombre es el artífice de su propio destino...
Me gustó mucho Victor!
Saludos!
Impresionante argumento para una de aquellas "historias para no dormir" de Narciso Ibáñez Serrador.
Mejr no saber qué nos depara el futuro y jugárnosla cada día, aún a riesgo de equivocarnos. Eso es vivir.
Un abrazo.
Que no le pregunte. Que se atreva.
No es tan exagerado como parece. Hay gente que se gasta lo que no tiene en videntes, que por supuesto le dirán lo que quiera oir.
¿Qué va a decir una bola? ¿Qué va a decir un chupete?
Eso demuestra porque no es conveniente conocer el futuro con anticipación. En vez de conocerlo, es mucho mejor construirlo! Buen relato! Me gustan de este estilo! Saludos
quizas si la arroja sabra lo que es realemente el futuro. Y se le devuelva su capacidad de elegir.
buen relato, como bien nos tienes acostumbrados.
saludos!
Es demasiado tarde para convertirse en adivino, Campanula; será mejor que se arroje con la bola, como tú dices.
Y así le fue por no creerlo, Claudia. Un saludo.
En una canción, Ayahara, también dicen que "al impaciente se le olvida la miel del presente". Maldita obsesión por el futuro.
Siguendo con las canciones, Anabel, por ahí también dicen que "el mayor riesgo es no arriesgar".
Eso es, Esteban. Más acción y menos cálculo. Que equivocarse es de sabios, ¿no?
En eso coincidimos, Paseante. Suelo escuchar a la madrugada algún programa de deseperados telefónicos y pseudopsicólogos. Te dejo el link de un relato que escribí sobre eso mismo:
http://realidadesparalelos.blogspot.com/2009/07/psicologos-hertzianos.html
Bueno eso de construir el futuro en lugar de conocerlo, Martín. Ah, y me alegra que te guste.
Ya se lo diré, Posmoderna. Que arroje la bola ahora mismo.
Como pa no hijo... el miedo, que es muy malo
Besicos
Si el futuro está escrito es mejor no saberlo y vivir el presente, intentar engañarle y superarse día a día. Es tan malo el miedo...lo que sea será.
Un saludo indio
Pero malo, malo, Belén. Y eso que equivocarse es de sabios, que sino...
Claro que sí, No comments, hay que lanzarse de cabeza al fututo, sin miedos ni (demasiados) cálculos.
Se puede pensar en el futuro sin abandonar el presente, que fue lo que le faltó a este personaje; lo mismo que les sucede a muchas personas en la vida real (la realidad supura la ficción).
Saludos.
Sí, Javier, muchos acaban sin realizar sus proyectos únicamente por miedo al fracaso. Y ahí está el error.
Jodidos miedos.
Y tan jodidos, India Ning. Tanto, que paralizan.
Creo que la bola funcionaba mal, ya que en realidad debía mostrarle cortas salidas del desván,para comprar velozmente lo necesario.
Lo incierto de no saber nuestro futuro puede ser a veces preocupante, pero esa es la magia de la vida, donde cada minuto por venir trae consigo una oportunidad única de vivirla.
¡Cariños!
En eso tienes razón, Lauri. Lo incierto es la magia de la vida. Y sí, la bola funcionaba mal, creo que se retrasaba o se adelantaba. Un saludo.
¿Cuantas veces no supeditamos nuestros actos o hechos a una opinión ajena? ¿Cuantas veces nos cuesta actuar por si mismos?
Enhorabuena, Víctor.
Miguel
Es lo malo de obedecer incondicionalmente a las opiniones ajenas, que olvidamos las nuestras propias. Y no actuamos o vivimos nosotros, sino que nos viven y nos actúan.
Fantástica descripción del miedo a saber el futuro y lo que puede condicionar nuestros actos, el hecho de que supieras las consecuencias.
Brillante blog. Seguro que si hubiera consultado la bola, me hubiera augurado toda la vida leyéndolo. Eso haré, por lo menos, hasta que pueda ;)
Te seguiré desde mi mirilla!
Ufff.... elogioso comentario el tuyo, Emma. Bienvenida a las Realidades para lelos. Un saludo.
Gracias por el comentario, Jesús. Su vida fue triste por falta de arrojo: hay que arriesgarse a hacer las cosas. Un saludo.
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