martes, 20 de octubre de 2009

Funerales


--> -->Por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio.
Julio Cortázar, “Conducta en los velorios”
Historias de cronopios y de famas
¿Que si conocía al difunto? Claro que no. No hace falta conocerlo para venir a su funeral. Créame, joven, incluso es más divertido si no se le conoce de nada. Y no soy la única, no se vaya pensar. Todas ésas que ve ahí, sí, ahí a mi derecha, son amigas mías y tampoco saben quién es. O mejor dicho, quién fue. Se estará preguntando por qué venimos entonces, ¿no? La respuesta es bien sencilla. A nuestra edad hay pocas cosas que consigan entretenernos y un funeral es una de ellas. No ponga esa cara, joven, no es tan extraño. Con la pensión que tenemos no nos podemos permitir despilfarrar el dinero en cines o en teatros, y asistir a un funeral tampoco está tan mal. Créame, a nosotras incluso nos apasiona. Casi todas las tardes miramos la página de esquelas en el diario y elegimos cuál será el más interesante del día siguiente. Discutimos en muchas ocasiones, sabe, porque tenemos gustos distintos, pero al final siempre nos ponemos de acuerdo y elegimos uno. Bueno, casi siempre. A veces es difícil decidirse por uno en concreto y vamos a dos o tres funerales el mismo día, para que ninguna de nosotras se disguste. Pero esos días acabamos muy agotadas. Porque, oiga, elegir uno entre tantos es una tarea muy complicada. A unas nos gustan los funerales de jóvenes; se llora muchísimo, el dolor y las emociones no se pueden reprimir, y con un poco de suerte podemos ver el desmayo de la madre y cómo se la llevan al exterior los servicios de urgencia entre murmullos. Es un espectáculo conmovedor. Y real, no como en el teatro o en el cine. Sepa que no hay nada que me enoje más que ver reaparecer, cuando la función ya ha terminado, a Romeo y Julieta entre aplausos mientras yo todavía estoy llorando sus muertes. Aunque a esos funerales hay que llegar media horita antes para poder encontrar un hueco entre los bancos, es lo malo que tienen, porque a nuestra edad ya se imaginará que no estamos para aguantar de pie toda la ceremonia. En cambio a otras les gustan los funerales de ancianos. Son más tranquilos, porque la familia ya se ha hecho a la idea; es una muerte que no se desea, pero se espera resignado su llegada, ya se sabe, los tópicos de siempre, para que esté sufriendo es mejor que nos deje, y esas cosas. A mi me aburren porque hay poca gente pero a veces no hay otra opción.
Además, a mi me encantan las flores, sabe joven, y ya me dirá usted en qué otro lugar se pueden ver tantas y tan bonitas hoy en día. ¿A usted no le gustan las flores, verdad? Ya me parecía. A mi tampoco me gustaban pero con el paso de los años he ido cambiando y ahora no puedo vivir sin ellas. Y es una pena porque en estos tiempos si una quiere que le regalen rosas ya puede ir pensando en morirse, porque sino no hay manera. No se ría, por favor. Cuando yo era joven me regalaban ramos casi todos los días y ahora ya sólo aspiro a una corona con dedicatoria. Ya ve cómo están las cosas a mi edad. ¿Quiere que le cuente un secreto? En todos estos años que llevo viniendo a funerales he llegado a una conclusión. Acérquese, joven, que no quiero que me oigan, porque hoy se da el caso. Cuando a un difunto lo despiden con muchas flores es que no le han demostrado en vida todo lo que le querían. Y entonces compran flores y más flores para evidenciar ante los que venimos a su funeral, porque el difunto ya no las puede ver, la buena relación que tenían. Pero a mi edad, joven, ya no me engañan. Y luego están los sacerdotes, que cada uno tiene su propio estilo. Los hay que declaman como verdaderos actores, como el de la Parroquia de San José, en el centro, pero también están los que hablan sin ganas ni emoción, o los que leen a toda prisa para poder terminar cuanto antes la ceremonia. Qué falta de consideración. Y créame, de los primeros, de los buenos, hay muy pocos. Si quiere que le diga la verdad es una pena que en las esquelas no aparezca el nombre del sacerdote que oficiará el funeral, porque de ese modo nos evitaríamos muchas decepciones. Sí, joven, no me mire así. Hay días en que vamos ilusionadas a un funeral, esperando ver un gran espectáculo, y por culpa del sacerdote nos tenemos que marchar antes de la eucaristía, sin poder dar el pésame a la familia. Y créame que es mucho más humillante que levantarse de la butaca del cine o del teatro.
Pero lo mejor, joven, es entrar en la iglesia sin saber ni siquiera el nombre del difunto. Porque a veces vamos a los funerales sin haber mirado las páginas de esquelas, y entonces dejamos que el funeral nos elija a nosotras y no nosotras a él. En esos casos nos divertimos intentando adivinar el sexo y la edad del fallecido, porque sepa que por las caras y el aspecto de la familia se puede saber si el difunto es hombre o mujer, y se puede acertar su edad con un margen de error muy pequeño. Me avergüenza un poco decirle esto, joven, pero a veces incluso apostamos algo de dinero. Pero muy poco, no se crea, sólo para darle una pizca de emoción, ya le he dicho lo de la pensión. Por cierto, ¿usted conoce al difunto?, porque si es hombre y tiene setenta y dos años me llevaré un buen pellizco.

16 comentarios:

Posmoderna dijo...

tan temprano victor.
Yo creo que seria muy entretenido escuchar una charla asi. ¿Y como querra ella su funeral? podemos apostar su edad y de que murio.
Saludos

Anónimo dijo...

Si es que a los humanos el espectáculo nos va. Y a falta de circo...
Muy bueno. Y seguro que real.

Lady Jones dijo...

Lady Jones conoce a dos que lo hacen fijo...
Me ha gustado, sí, pero de micro, qué? jajajaj
Un beso.
LADY JONES

Cloe dijo...

No dejás de asombrarme. Digno de un cortometraje.

Abrazo

una más... dijo...

He tomado unos segundos de reflexión antes de empezar a dejarte el comentario.. no sabía si dejarte unos puntos suspensivos a modo de " sin palabras " o decirte que los detalles de " la muerte joven " me ha parecido un pelín macabro, llamémosle humor negro.. o quizás decirte que es una de las mejores lecturas a las que he podido acceder desde aquí, quizás si te lo dijera todo haría bien, porque a parte de estas sensaciones has sacado bastantes más, positivas y negativas o menos positivas..
Así que te dejo un bouquet de opiniones ;) ( por eso de las flores .. jaja )
Saludos.. lela me has dejado.

Belén dijo...

Buf... yo conozco un par de viejitos que pillan todas las promociones que pasan por el campus, desde ganchitos hasta compresas...

Si, si, hasta compresas!

Besicos

Gloria Estrada dijo...

uff Víctor me has dejado atónita...
te metiste en un tema complejo, éste: el de la muerte, desde un poco de vista tan real y una situación medio fantástica...
No sé mucho de la técnica ni de literatura pero como lectora te digo: me atrapó la historia y logró abstraerme por completo del lugar, el ruido, el murmullo, entre los que me encuentro.

Gloria Estrada dijo...

ve, te cuento, una trivialidad, recordé los personajes de El club de la pelea que se vuelven aficionados a ir a los grupos de ayuda para enfermedades que ellos no tienen.
jeje
un abrazo

Víctor dijo...

Más que "sería", Posmoderna, yo creo que "es" entretenido. Porque aunque no lo parezca, esta escena puede ser real. Veo tu apuesta.

Gracias Ayahara. La verdad es que últimamente tengo el blog un poco olvidado. Y sí, los funerales (y la muerte en general) dan para mucho.

Sí, Paseante, el espectáculo nos va, nos va, nos vaaaaa.... como a Julio Iglesias.

De micro nada, Lady Jones. Pero es que a veces se me van de las manos los textos. Además, éste concretamente es uno de los que tenía guardados en el congelador, hace ya algún tiempo, esperando salir a la luz.

Si haces el cortometrage, Cloe, envíame el link o una copia, que me gustaría ver el resultado.

Víctor dijo...

Prefiero un comentario, Una más, aunque sea crítico o negativo, que unos puntos suspensivos. Así que gracias. La muerte joven es un pelín macabro, tiene razón, pero real como la vida (o la muerte) misma. Gracias de nuevo por leerme y sobre todo por comentar.

Es que los viejitos, Belén, se aburren mucho. Y además sus pensiones dan pena.

Gracias por el comentario, Gloria. Si te atrapó, yo creo que es por el uso del estilo directo, conversacional, que lo acerca más a la realidad e implica al lector. Y sobre la película "El club de la pelea" (aquí se tradujo como "El club de la lucha") no puedo comentar, porque no la vi. Un saludo.

Arcangelo dijo...

A mi me parece algo sórdido. ¿Apostar en funerales? La verdad es que más rastrero no se puede ser. No por respeto al muerto ni nada de eso, sino al acto del funeral y a la familia, que muy posiblemente esté allí sin deseos de que se los moleste... Aún así, un cuento genial :-).

Víctor dijo...

Algo sórdido sí que es, Arcangelo, pero... ¿no es acaso sórdida la vida en sí? ¿No lo debe ser también la muerte? ¿Y pasar la cestita de las limosnas (después de cobrar religiosamente el funeral) no es sórdido? Como reza el subtítulo de mi blog: la realidad supura la ficción. Un saludo.

Claudia Sánchez dijo...

Bueno Víctor, qué decirte? Me gustó mucho. Está bien detallado. Está muy bien. Solo me hubiera gustado un final un poco más impactante. No sé, me esperaba alguna paradoja o un absurdo o algo más sorprendente. Pero igual, está genial!
Besos,

Víctor dijo...

Éste, Claudia, es un texto antiguo, que escribí hace ya algún tiempo. Así que gracias por tu comentario. Y sobre lo del final impactante, a veces intento buscar que mis textos no se sostengan únicamente en una sorpresa final, porque de tanto esperar ese giro que lo vuelva todo, al final se pierde el efecto sorpresivo. Una sorpresa que se espera es poca sorpresa. Un saludo cortito!

Walter Giulietti dijo...

Creo que describiste a mi abuela. Jajaja!

Víctor dijo...

¿Crees que sólo a la tuya, Walter? Gracias por el comentario. Un saludo.