lunes, 20 de julio de 2009

Declaración de amor


Con la sospecha de que quizás era ya demasiado tarde, se arrodilló un poco avergonzado sobre la hierba todavía húmeda y descubrió, con el gesto vistoso de un mago, el ramo de rosas que ocultaba torpemente detrás de la espalda. Buscó aquellos ojos que durante tantas noches había deseado, y los encontró como siempre, negros e indescifrables; arrepentido, pensó en huir de allí, en echar a correr y desaparecer para siempre, pero la sonrisa inmóvil que se dibujaba en aquellos labios ansiados consiguió persuadirle al instante. Se armó de valor, carraspeó ligeramente, y proclamó:

- Te amo. Jamás me atreví a decírtelo por miedo a tu rechazo pero ya no puedo soportar más este silencio, ahora tan absurdo, tan fuera de lugar. Te amo, preciosa. Te amo con locura.

De inmediato se sintió satisfecho del acto de valentía que acababa de cometer, y con la tranquilidad de haber revelado el secreto que le oprimía desde hacía meses, quizás años, apaciguado tras aquella declaración de amor, colocó el ramo sobre la lápida, se levantó y se marchó lentamente, mientras desde la fotografía en blanco y negro, junto al nombre esculpido en el mármol, unos ojos negros e indescifrables parecían mirar cómo se alejaba.

12 comentarios:

Esteban Dublín dijo...

Está lindo el texto. Yo, personalmente, lo cortaría aún más y lo dejaría de un suspiro, pero sólo es mi opinión. Saludos Dubliners.

Severi dijo...

me gustó..invita a la reflexión.
da gusto leerte hermano.

un abrazo.

Alejandro Ramírez Giraldo dijo...

Me gustó. El estilo de tus cuentos me gusta y la temática me fascina.

De la extensión no digo nada, es una decisión exclusiva del autor.

Un abrazo.

Gloria Estrada dijo...

un amor bello y tardío
perenne
...

Martín Gardella dijo...

Muy bueno Victor! Aunque debo confesar que sospeché el final, creo que está muy bien contado! Un abrazo

Miguel dijo...

Hola Victor.
Agudo relato, me ha gustado mucho, pero soy de opinión de Martin, me intuía el final.

Un abrazo.

Campanula dijo...

Esta muy guapo tu cuento, me gusto mucho; sobretodo por el hecho de que siempre los humanos dejamos que sea tarde para intentar las cosas.
un abrazo

Citopensis dijo...

Aunque hay veces que en la cama uno parece sentir más de tres manos si no son las manos lo que importan realemente sentir...

No sé si me explico.

Un saludo.

Kutxi dijo...

Muy bueno este post y el resto del blog.

Te sigo.

Abrazo grande.

Kutxi.

Víctor dijo...

Vistos vuestros comentarios, quizás sí que debería haber acortado un poco el final. Gracias por el consejo.

Es que a veces, Esteban, las minis se me inflan como globos y no sé cómo pararlos. Un saludo.

Me encanta que te guste, Severi. Y reflexiona.

No es decisión exclusiva mía lo de la extensión, Alejandro, que a veces el relato mismo me la impone.

Bello, tardío, perenne... aunque inútil, Gloria. Demasiado tarde.

Martín y Miguel: sí, tenéis razón, era un poco previsible el final. Pero si aun intuyendo el final os ha gustado, me doy por satisfecho, aunque tomo buena nota de vuestro comentario. Se agradece la sinceridad, tan poco habitual en los comentarios blogueros.

Supongo que dejamos que se nos haga tarde, Campanula, para así poder disfrutar de la nostalgia de lo que no fue. Todo un placer.

Te explicas, Citopensis, aunque creo que te equivocaste de entrada en tu comentario, ¿no? La albada de las tres manos era el post de un poco más abajo. ;)

Bienvenido a las Realidades para lelos, Kutxi. Nos vemos, como los peces, en la red. Un saludo.

Clara dijo...

Victor, sentí un escalofrío...

Me gustó mucho el texto, tal cual está y no recortaría nada.

Un abrazo,

Víctor dijo...

Llego más de medio año a reponder tu comentario, Clara, pero mejor tarde que nunca, ¿no?. Espero que se te haya pasado ya el escalofrío. Un saludo a destiempo.

Ahí está la gracia, Jesús, nunca es tarde. Di algunas pistas para intuir el final, aunque veo que no demasiaod evidentes. Bueno, mejor así. Un saludo.