Me despierta muy temprano el estridente sonido de la alarma. Por primera vez en la vida -y sin que sirva de precedente- me alegra oírla, así que la dejo sonar unos segundos antes de pararla. Doy una palmada para asegurarme y tras escuchar un sordo clap, compruebo con alivio que he recuperado el oído. Me levanto de la cama, enciendo la radio y mientras tarareo la canción de turno, me preparo un café.
Hojeando –por ponerle un verbo- el periódico en el portátil le doy el primer sorbo a la taza humeante, pero de tan caliente no noto el sabor. Mientras espero que se enfríe un poco, enciendo el cigarrillo sin el que soy incapaz de despertar y también lo encuentro insípido. Empiezo a sospechar. Destapo el azucarero, lleno una cucharilla y la vierto sobre la lengua. Nada. Cojo el salero y lo agito encima de la boca sin ningún resultado. No hay vuelta de hoja: he perdido el sentido del gusto.
Como tampoco me parece tan grave la pérdida, incluso intuyo sus ventajas, aprovecho para probar ese queso azul del aguinaldo que tanto asco me da, aunque no olvido taparme la nariz porque, afortunadamente, todavía tengo olfato. No está mal. Ni bien. Mastico después un par de guindillas. Insulsas. Exprimo un par de limones y me bebo el jugo de un sorbo sin hacer ninguna mueca. Después me aventuro a probar algunas cosas -que por escatológicas no voy a confesar- sin que mi paladar note ningún sabor. Tras estos experimentos, y con una sonrisa incrédula, me cepillo a conciencia los dientes y me dirijo a la oficina.
Terminada la jornada laboral, ficho y me dirijo a recoger a mi novia a su trabajo. Le doy un beso, que ella se encarga de alargar, antes de preguntarle qué tal el día. Mientras me responde que bien, como siempre, y me propone ir al cine, reparo en que tampoco noto en sus besos el sabor habitual. Me excuso diciéndole que estoy muy cansado, que mejor vayamos otro día, y tras acompañarla a su casa, regreso a la mía, me meto en la cama y acepto que la pérdida de ese sentido es más importante de lo que en un principio creía. Espero, por lo menos, dormir a gusto esta noche.
21 comentarios:
¿Qué pasara cuendo pierda la vista? Puede que un dia despierte y haya perdido todos los sentidos, y no sabra si aun duerme o esta derpierto. O peor aun, preferira dormir.
Continúo con la serie de "Los cinco sentidos". Si queréis ver relatos relacionados, clicad en el índice temático, en el lateral o al pie de la entrada. O directamente sobre la palabra en verde, que enlaza con el anterior. Espero que os guste. Si es así, decídmelo; y si no es así, decídmelo con más motivos. Así que, Posmoderna, si quieres saber qué pasará cuando pierda la vista (o qué pasó), ya sabes.
Un saludo.
Muy bueno. No había leído los otros dos: juntos, dan vida a un puzzle fascinante. Como es lógico, relatarás la falta del tacto y del olfato, ¿no?
Los cinco juntos quedarían muy al estipo Proust, muy de rosetón.
Original.
Ideal para tomar medicamentos. Buena serie! Muy original. Un abrazo
Te felicito por la serie. Es una idea muy interesante y el reto, sin duda, te ha salido bien.
Este cuento, sin embargo, Víctor, siento que no lo has exprimido como al principio parecía que ibas a hacer. Y bien sabes que el final termina con un juego de palabras y que ese viejo truco ya está mandado a recoger. Me parece extraño, incluso, que tú, precisamente, te hayas dado a un recurso así.
Te envío un fuerte abrazo.
Sin duda lo que más extrañaría sería la pédrida del sabor del otro en los besos.
Abrazo
Estic d'acord amb l'Esteban, Víctor. M'agrada (molt) la sèrie dels sentits, però aquest conte m'ha semblat (i reitero el joc de paraules) un pèl insípid. Tot i que has estat valent, en allò del formatge blau...
Hay quien ha perdido la vista y el oído, incluso existen patologias que pueden arrebatarnos el olfato y el gusto... pero seria interesante, ya que no he oido nunca hablar de ello, que se llegue a perder el tacto, que podria ser el más atávico de nuestros sentidos y el que nos ayuda a interaccionar de una manera más próxima con nuestro alrededor. Todo un reto, sin duda.
Por cierto... y cayendo yo también en juegos de palabras, ¿llegará el dia en que pierda el sentido común?
Descansará, si, ya verá...
Besicos
Hola, Víctor. Como ves, sigo vivo. Estoy en estos momentos enfrascado en una labor importante (hablo de poesía) que no me deja crear. Sigo leyendo mucho a mis queridos blogueros, entre otros tú, y disfruto enormemente, pero soy muy vago en mis comentarios. Ya me resarciré cuando pueda de esta vaguería. Un abrazo.
Hola Víctor, he estado algo "ausente" e intentaré ponerme al día de tus textos.
Muy buena esta serie de los sentidos.
Qué pasará el día que se despierte y haya recuperado todos los sentidos? Sabrá apreciar lo que tiene?... Seguramente no, como todos nosotros.
Un abrazo,
Un abrazo,
Está buena la serie. Es un tema super interesante, con muchos matices para explotar.
Para cuando pierda el olfato te puedo dar asesoramiento. De eso lamentablemente sé.
jejeje Tengo pendiente entonces la lectura de los otros relatos, este está muy bueno...y la verdad es que creo que ninguno de nuestros sentidos es superior en importancia a los otros, cada cual nos aporta una idea dela realidad que es una arista parcial de toda la maravilla de la existencia. Somos afortunados al tener esa posibilidad.
un abrazo.
Como ya te dije, Posmoderna, si quieres saber qué ocurre cuando pierde la vista, clica "Los cinco sentidos" en la etiqueta del índice. Un saludo.
Sí, Paseante, todavía faltan (por lo menos) dos piezas de ese puzzle. Aunque quizás tarden un poco. Saludos.
Gracias, Martín. Un comentario muy ingenioso. Abrazo.
La verdad, Esteban, es que empecé sólo con "Vista" y me animé. Y sí, es todo un reto completar la serie. Ahora llegan los más difíciles. Coincido contigo en que éste no salió redondo, en que se puede exprimir más. En mi defensa te diré que el juego de palabras del final es sólo un broche, una puntilla, porque de ningún modo quise sustentar el relato en esa frase final. Utilizo un final inesperado, o gracioso, o volteador, en muchos de mis relatos, pero en este caso no fue así. El cuento se debía sustentar solo, sin un final impactante. Y creo que no lo conseguí. Otra vez será. Nada, Esteban, que muchísimas gracias por la crítica. No esperaba menos de ti. Un abrazo.
Pues sí, Cloe, en eso se basaba un poco el relato. Un saludo.
Sí, Lo, com pots veure al comentari anterior, coincidixo amb tu i amb l'Esteban. Un pèl insípid. Però no em negaràs que la sèrie és difícil... M'hi trobo molt a gust amb lectors comentaristes com volsaltres. Ah, i lo del formatge blau... jejejeje.... en aquest cas la ficció supera la realitat. P & A.
Sí, Arcángelo, será (en futuro, porque me atreveré) todo un reto la pérdida del tacto. Y sí, puede haber más sentidos: el común, el del equilibrio, el figurado... Ya veremos hasta dónde alcanza la serie. Un saludo.
Más le vale que descanse, Belén, más le vale. Saludicos.
Lo primero es lo primero, Fernando. Sumérgete en tus labores poéticas y si te sobra tiempo ya sabes que tus comentarios siempre son bienvenidos. Un saludo.
Gracias, Clara. No sé que sucederá, seguramente no lo apreciará, porque sólo echamos de menos las cosas cuando las perdemos. Te devuelvo los dos abrazos. ;)
A ver si consigo hacerlos explotar, todos esos matices, Bays. Creo que necesitaré ese asesoramiento que me ofreces para cuando me lance con el olfato. Me dejaste con la duda de por qué sabes tú de eso. Conozco un caso de una persona que perdió el olfato. ¿Es también tu caso? Un saludo.
Si te gustó éste (no es de los mejores, no mucho menos), seguro que te encantan las otras pérdidas de sentidos, Neogeminis. Un saludo.
Creo que perder cualquier sentido luego de tenerlos todos debe ser terrible, todos son un conjuntos que funciona en perfecta armonía, el gusto esta bastante ligado al olfato, espero ver que pasa con el tacto, y por supuesto, espero ver luego de esos 5 días que pasara al sexto.
un abrazo
Mr. Victor, necesito tiempo para leer todo y poder hacerme una idea, pero me gustó su forma de querer despedirse durmiendo "a gusto" sin gusto.
LADY JONES
Oido, vista...los cinco sentidos, me sugiere que el protagonista pierde el sentido de la realidad cada vez que pierde uno de los cinco tentáculos que dibujan y desdibujan la realidad.
Al despertar recupera uno y pierde otro, y es que, no se debe uno despertar antes de tiempo, pues puede que algún sentido esté aún dormido.
Genial relato!
Un saludo
Anonima Mente
Qué presión, Campanula. Todos esperáis a ver cómo me desenvuelvo con el tacto, y es el que más miedo me da, el más complicado. Espero no decepcionaros. Y ya veremos que ocurre el sexto día. Y el séptimo, porque no voy a descansar, como otros más holgazanes...Un saludo.
Eres la única a quien le gustó ese broche final, Lady Jones. Deberías leer los otros de la serie, porque están más o menos ligados entre ellos. Gracias por el comentario y un abrazo.
Es lo que tiene madrugar demasiado, Anonima Mente, que no acabas de despertar del todo. Y sí, perder un sentido es perder (por lo menos una parte de) la realidad. Un saludo.
Víctor, creo que Kafka puede sentir envidía de ti.
¡Como duele que un beso no tenga sabor!
Ehorabuena.
Miguel
Un beso insípido, Miguel, es peor que una bofetada. Y Kafka... poco puede sentir ya, y lo poco que puede no creo que sea envidia... y menos de mí. Un abrazo.
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