viernes, 4 de febrero de 2011

Mimesis


Quería, como Poe, crear atmósferas terroríficas en sus relatos y hurgar en lo más hondo de la psicología humana. Deseaba encontrar las correspondencias sensoriales, las relaciones mágico-casuales entre objetos, como Baudelaire y fijarlas con palabras. Anhelaba narrar como Maupassant, espasmódicamente, plantando el germen del miedo en el seno del lector, el nerviosismo, la ansiedad. Quería que sus textos tuvieran -sobre todo- la ironía y la lucidez de Larra.

Compró sus obras completas y un par de buenas biografías de cada uno de ellos y las leyó con avidez. Al poco, empezó a beber. Pasó del alcohol a otras drogas –éter, hachís, opio- y enloqueció. Acabó descerrajándose los sesos en su cuarto una fría noche de febrero, sin dejar escrita ni siquiera una triste nota de despedida.

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Microrrelato-Hiperbreve-Microrrelatos

Este microrrelato
se publica también hoy
en la sección "Interbreves"
de la
Internacional Microcuentista.

15 comentarios:

Maite dijo...

Muy bueno Víctor, primero por ese repaso de grandes escritores y las características de su escritura, y después por mostrarnos esa obsesión del personaje, que finalmente cae en su propio delirio, y le deja vacío de recopensa, sin siquiera ser capaz de escribir esas líneas, las de su fatal destino. Un texto de altísima calidad, y con mucha carga escondida de enseñanza, aunque probablemente ni sea pretendida. Abrazos.

AGUS dijo...

Incides en un tema crucial que todos los que le damos a la tecla sufrimos alguna vez. Y es que si uno se detuviera a pensar en los grandes escritores a los que admira, quizás - por verguenza - no escribiría una sola línea o acabaría pegándose un tiro. Muy bien escrito. Y el detalle de no poder escribir ni la triste nota de despedida me parece magnífico.

Abrazos.

bicefalepena dijo...

Genial.
Un abrazo.

Anita Dinamita dijo...

Me gusta como encuentra el paralelismo con las vidas de sus escritores, sin conseguir por ello escribir una sola letra. Y es que imitarles en lo que hacen no garantiza nada, verdad?
Un abrazo

Torcuato dijo...

Apuntar muy alto a veces hace que te estrelles.
Al final creí que iba a escribir al estilo Lewis Carrol.
Como siempre, me gustó mucho.
Un abrazo, Victor

Lola Sanabria dijo...

Se quedó con lo peor de cada uno de ellos, por estúpido. Muy bueno.

Abrazos pareados.

Sibreve dijo...

Bueno, quién sabe, quizá murio un gran escritor aunque no hubiera llegado a rellenar ni una cuartilla.

Claudia Sánchez dijo...

Excelente Víctor! Me gustó mucho!
Saludos!

David Moreno dijo...

Grandísimos escritores a los que no se puede olvidar. Para los mortales nos queda las bajezas mundanas, ays

Un saludo indio

Pablo Gonz dijo...

Soy un asiduo lector de biografías de escritores por lo que este micro me ha llegado mucho. El tema me resulta apasionante (una fatal interpretación de la necesaria capacidad mimética de todos los artistas) y la forma está muy lograda: tu prosa respira muy bien (tiene un ritmo propio, rápido o ágil, ideal para esta distancia). Por otro lado, hay que corregirle el apellido a Baudelaire.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ

Javier Alfaro Martínez dijo...

Magistral Víctor!

Saludos.

Daniel Sánchez dijo...

Bueno el final. Sin decirlo consigues que el lector interprete.
Es ese uno de los escollos que definen al género.

Manu Espada dijo...

Muy buena mímesis, aunque como dice Lola, se quedó con lo peor de ellos, aunque hay algunos gafapasta que suelen hacerlo, pero Poe nunca escribió pedo, porque cuando estaba así lo pasaba fatal, escribía en sus períodos de lucidez. tengo un amigo que dice que para escribir hay que sufrir, o haberlo pasado mal en la vida al menos como experiencia vital, pero no lo creo. Julio Verne escribió libros de viajes y apenas salió de su casa. Un abrazo.

Víctor dijo...

Muchas gracias, Maite. Y menuda vivisección que haces del micro... Me abrumas. Aunque, quizás sí que pretendía esas enseñanzas. Un abrazo.

Agradecido, Agus. Hay que libar de las flores, no empacharse de polen. Un abrazo.

Gracias, Bicefalepena. Un abrazo.

Imitarles no lleva a nada, Anita. Bueno, o al alcoholismo o al plagio. Que viene a ser lo mismo que no llevar a nada. Un abrazo.

Gracias, Torcuato. Apuntar alto hace que te estrelles, pero el mayor riesgo es no arriesgar. Un saludo.

Lo que decía por aquí arriba, hay que saber escoger lo bueno de cada uno. Muchas gracias por el comentario, Lola. Un abrazo.

Eso si que plantea una buena imposibilidad, Sibreve. Le daré vueltas, a ver si sale algo. Un abrazo.

Muchas gracias, Claudia. Me alegra enormememnte que te agrade. Un abrazo.

Ni se pueden olvidar, David, ni se deben imitar ni plagiar. Libar de todos, como las abejitas, esa es la solución... Un abrazo.

De acuerdo en todo, Pablo, incluso en la "e" que se coló en el apellido. Supongo que Charles no me lo tendrá en cuenta... Un fuerte abrazo.

Muchas gracias, Javier. Pero de magistral, nada. Los maestros son ellos. Un abrazo y vuelve cuando quieras.

¿Sin decirlo, Daniel? Yo creo que el final fue bastante explícito, ¿no? Bueno, de todos modos, un abrazo internacional.

Muchas drogas generan inspiración y buenas ideas, al mismo tiempo que quitan las ganas de trabajar e impiden la concentración. O sea, que escribir pedo, fumado o lo que sea, no conduce a nada, excepto a una resaca tremenda y un folio en blanco o emborronado. Toda, todita la razón del mundo, Manu. Un abrazo enorme.

Araceli Esteves dijo...

Tanto empeño puso en interiorizar los dramas de sus escritores preferidos, que sucumbió bajo sus biografías. Lástima que sólo se quedara con la forma.