jueves, 28 de junio de 2012

Falta de amor


La primera nota que me escribiste, la que deslizaste con disimulo dentro del bolsillo de mi abrigo, fue la que produjo el chispazo. Yámame, rezaban unas letras anónimas, escritas con carmín y prisa debajo de un número de teléfono. Te llamé, claro está, no pude resistirme, y al poco ya vivíamos juntos. Desde entonces, lo primero que hago cada mañana al despertar es buscar el mensaje garabateado en un papel que sueles dejarme, apoyado en la cafetera, antes de marcharte a trabajar. Me estremecen tus confusiones sinuosas de bes y uves. Me excitan tus acentos inventados, que se clavan, placenteros, en mis ojos. Me pierden las haches intercaladas a tu antojo, entrometidas, y me encienden las olvidadas, que dejan desnudas las palabras, indefensas. Por eso, cuando no encuentro tus buenos días repletos de errores, revuelvo el piso en busca de cualquier cosa que hayas escrito, en la lista de la compra, en la agenda de teléfonos, en el calendario que cuelga de la cocina o en un papel de tu billetera. Más que lo que me dices, me encanta cómo te equivocas, aunque jamás te lo he confesado. De todos modos, supongo que ya te habrás dado cuenta porque la nota que dejaste esta mañana, mucho más larga que de costumbre, estaba correctamente escrita. Decía que te marchas para siempre y sólo tenía una falta de ortografía. En mi nombre.

Microrrelato-Microficción-Hiperbreve-Microcuento
Ilustración de Raquel Valenzuela

Este microrrelato ha sido incluido en la antología PervertiDos
publicada en la colección Vagamundos 
Si quieres saber dónde encontrarlo, 
pincha aquí.

21 comentarios:

David Moreno dijo...

Enhorabuena por el micro y por la publicación, aunque el texto me gustó, en esta ocasión no veo clara la parafilia.

Un saludo indio
Mitakuye oyasin

Víctor dijo...

Gracias, David. La parafilia en cuestión es la anortografofilia, que consiste en la excitación al ver faltas de ortografía, una filia muy fácil de satisfacer en este mundo. Un abrazo.

BB dijo...

Una clara muestra de desamor, esa carta sin errores... Sin embargo, deja un camino abierto, al escribir tu nombre con faltas...
Un relato que me ha encantado.
Besos

Rosy Val dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rosy Val dijo...

El amor le hacía hacer locuras con las letras.
Cuando deja de amarte le vuelve la cordura, de ahí que no cometa faltas en su carta.
Pero...
deja una ventanita abierta por si acaso, por eso tan solo pone una falta en tu nombre.

Ya lo resolví.
jajajajajaj
Un abrazo

Víctor dijo...

Muchas gracias, América. Que te escriban con faltas tu nombre y que encuentres eso un acto de amor tiene su gracia. Un abrazo.

Yo pensaba que la falta de ortografía era más para fastidiar que para otra cosa. Pero esa interpretación de la falta como ventana abierta al amor también me gusta. Abrazos y gracias por comentar.

CARO GARCÍA dijo...

A mí también me gusta el texto, y considero muy interesante la interpretación de ROSY. Es asombroso lo que puede leerse en los comentarios, puntos de vista que quizás nunca consideraría.
Buelbo a felisitarte por heste logro, Bíctor. De korasón.
Besos sin errores.
Caro.

Víctor dijo...

A mí también me parece muy interesante su interpretación, Caro. Uno da a luz un texto, pero quienes lo hacen crecer, agrandarse, muchas veces son los comentaristas, que descubren nuevas interpretaciones que el padre no había visto. Una braso henorme, Caro.

Rosy Val dijo...

Inténto vher las cossas con pragticidáz.

¡Pero claro, lo mío no tiene mérito me viene de serie, soy mujer!.
Gracias chicos...

Anónimo dijo...

Hola Víctor, cuanto tiempo sin leerte. Me ha gustado mucho, sobre todo el tronco del micro.

Víctor dijo...

Gracias, Pablo. Suena bien eso del tronco. Tendré que podar más a menudo mis relatos. Yo también llevo un tiempo desatendiendo vuestros blogs. A ver qué día me doy un buen atracón. Abrazos.

Miguelángel Flores dijo...

Dicen que amar a alguien es aprender a amar sus errores, no? De hecho, el último error, es el que te más grande deja el hueco donde antes había amor.
Un abrazo, Victor.

Víctor dijo...

No es nada fácil aprender a amar los errores, Miguelángel. Pero no hacerlo es un error. Un abrazo y gracias por pasarte.

Elysa dijo...

¡Vaya! noestá nada mal la interpretación de ROSY. Me gusta tanto como tu micro, que me ha hecho pensar la complejos que podemos llegar a ser los seres humanos.

Besitos

Víctor dijo...

No, Elysa, no está nada mal esa interpretación. Y sí, somos complejos, pero muchas veces porque estamos cargados de complejos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Qué bueno! Me encantó. A veces en el defecto está la virtud. Un saludo.

Francesc Barberá

Víctor dijo...

Gràcies, Francesc. Sí, en los defectos está la virtud, y en amarlos está el amor. O eso dicen. Una abraçada.

Javier Ximens dijo...

Vengo de un "Un cuento al día" y me repito aquí:
Víctor, leí este micro en PervertiDos, que compré entre otras cosas por los conocidos que aparecéis. Aunque nunca se puede decir que un relato es mejor que otro, debo confesar que el tuyo es quizás el que más me gustó. Es una perversión simpática y muy bien narrada. Me gustó también pues cometo faltas (no puedo con el leísmo y los porqués, me supera) y he observado esos otros pervertidos que me torturan en mis errores. Enhorabuena por la publicación en papel y la selección en "Un cuento al día".

Víctor dijo...

Pues yo me acabo de enterar (gracias a ti) que ese relato está en "Un cuento al día". Gracias por eso de que te gustó. La verdad es que hay cuentos muy buenos ahí. Me viene a la cabeza, así, a bote pronto, el de Juan Carlos Márquez, que en mi opinión es una maravilla. Y eso de la ortografía... es mejor tomárselo como una "filia" que como una fobia. Un abrazo.

Anita Dinamita dijo...

Víctor, no te había comentado este micro aunque estoy segura de que lo leí antes de tener el libro. Me encanta porque soy una loca de la ortografía (fóbica, más bien) y me encanta este toque parafílico que le has dado. Vamos, que tengo debilidad por él, la ilustración también le viene al pelo.
Un abrazo ;)

Víctor dijo...

Me alegra que te guste, Ana. No te voy a engañar: a mí también me gusta. Por cómo quedó y por el lugar donde lo publicaron. Y la ilustración le va de perlas. Una abraçada.