La presión es máxima, pues sólo dispone de un intento. Se lo juega todo en ese salto: su presente y su futuro. Los dedos de sus pies, apoyados en el canto del trampolín, soportan su cuerpo tenso. Respira hondo, toma impulso y salta.
El doble mortal, de impecable ejecución, se enlaza con un difícil tirabuzón y medio dibujado en el aire, consiguiendo un salto casi perfecto. Lo único que le falta para rematar el ejercicio es no salpicar demasiado, y lo consigue: apenas unas pocas gotas de sangre que salen despedidas de su oído cuando impacta con las baldosas de la piscina vacía.
10 comentarios:
Sí, sí! apenas unas gotas de sangre embaldosan la piscina. Me gustó mucho!
Saludos,
Muy bueno!!! Comienza como una reflexión y termina con una humorada...
Besos rojos,
HR.
Con razón lo llaman "salto mortal".
Un abrazo,
La lástima es que el saltador no puede ver al final qué puntuación le han dado los jueces. Aunque nosotros tampoco...
Gracias.
Quise jugar con el doble sentido de la expresión "salto mortal" pero veo que quedó muy evidente el final trágico del relato, ¿no, Jesús? Nada, habrá que pulir más los textos. Un saludo.
Uno de los motivos que hacen que no me acaben de convencer algunos de los textos que cuelgo en el blog, Jesús, es precisamente la inmediatez que me impone la bitácora. Como se trata de una autoexigencia (subir unos tres textos semanales) a veces no tengo demasiado tiempo para dejarlos reposar y rectificar las patas que cojean. Así, salen como salen. Yo no retoco los textos una vez colgados, aunque no descarto hacerlo para otros fines.
Un saludo.
Brutal, Víctor.
Cada cuento mejor que el anterior, eso no se vale. Así cuando le daré un descanso a mi sorpresa y a mis ganas de seguir leyéndote?
Otro beso!!
Gracias, Oriana. La respuesta a tu pregunta es: cuando llegues al primero. Por cierto, ¿no sucede nada en Así pasa cuando sucede? ¿Nunca volveremos a leerte en tu Nunca es siempre? Un abrazo, Oriana.
Bueno, el final aunque pudiera parecer predecible lo salvas muy bien con el salpicón, jajaja
Un poco de sutileza no va mal para disimular un cráneo abierto. Un abrazo, Gotzon.
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