martes, 7 de abril de 2009

Pandora

Todos la habían advertido pero ella, desoyendo sus consejos, entró en la pequeña sala en penumbra y abrió el cajón. Entonces, como un torbellino, empezaron a salir uno a uno todos los males: la fotografía de ambos sentados sobre el tronco, la carta que borró las distancias al aparecer por sorpresa en su bolsillo durante aquel viaje que emprendió sin él, la rosa, ahora ya seca, que encontró en la mesa de su oficina, el libro de relatos mitológicos que le había regalado en su aniversario y que jamás había terminado de leer, la cajita de música, las barritas de incienso que solían quemar en sus encuentros, la entrada a aquel concierto tan deseado... Buscó a tientas en el fondo del cajón, creyendo que hallaría -como en la antigua leyenda- la esperanza. Sin embargo, lo que encontró fue la navaja, recuerdo de aquel viaje inolvidable a tierras manchegas, con la que se abrió las venas.

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