miércoles, 8 de abril de 2009

Lapsus linguae

Sí, preciosa, sí... no pares, por favor, no pares... así, así... cómo me gusta, María, cómo me... Carlos calló de repente, ralentizó el lúbrico vaivén y esperó que Carmen, jadeando a horcajadas sobre su cintura, no hubiera escuchado aquel nombre, auténtico fantasma de su pasado. No te preocupes, contestó ella mirándolo con lascivia y acelerando de nuevo el ritmo, a todos nos puede pasar, Ramón, a todos.