lunes, 15 de marzo de 2010

Renovación de vestuario


Como no encuentro mi talla, ni del pantalón ni de la camisa, en el montón de prendas dobladas en el estante, y además no hay ninguna dependienta que pueda atenderme, me acerco al maniquí y cojo las que lleva puestas, que sí son de mi talla, para probármelas en el vestidor. Salgo y mientras me miro en el espejo de fuera, más grande y mejor iluminado, mi cuerpo va volviéndose más rígido, mi piel más cerúlea. Casi inmóvil, observo cómo el maniquí se acerca al probador y al cabo de un par de minutos, sale vestido con mi ropa y se marcha de la tienda. Cuando la dependienta me coge y me coloca en el escaparate, es ya demasiado tarde para quejarse. Tendré que esperar un cliente con mis gustos y mi talla.

22 comentarios:

josé rasero dijo...

...o guñar a la maniquí de al lado, en realidad la dependienta.

Saludos!

Rufino U. Sánchez dijo...

Menos mal que suelo andar desnudo.

Me encanto.

Gracias por visitar mi blog, voy a probarme otro cuento.

Martín Gardella dijo...

Victor, esta vez te toco a vos meterte con los maniquíes. Me gusta la idea, aunque no se porqué no me deja la sorpresa que creo que intentaste darle. Espero no lo tomes a mal. Quizás sea porque en mi opinión podría eliminarse la oración final. De todos modos, está muy bien. Saludos

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

ME sedujo mucho la idea, es como fascinante y algo surrealista.

Aunque creo que funcionan mejor los micros más reales y cotidianos que permitan al lector identificarse, pero es sólo una opinión sobre el género.


Respecto a lo del relato de la mujer de mi vida, creo que no lo tenías del todo claro. Simplemente el microrrelato es una crítica a todas las promesas que se hacen a un primer amor como eso de empezar hablar de tener hijos. Después pasa el tiempo, cambias de novia y aquella que en un pasado iba a ser la mujer de tus hijos, ahora ni los conoce.

saludos victor

hugo dijo...

Hola Víctor:

Buena la idea, aunque la narración hace previsible el final. Esta interrelación entre lo ficticio que se convierte en real y lo real en ficticio, me recordó, al tratamiento que hace Ignacio Ferrando en el cuento "Trato hecho" (Sicilia, Invierno).

Estoy de acuerdo con la opinión de Martín respecto a la última frase,aunque, quizá, más que sacarla la reformularía. De todos modos,es pecata minuta y no empece las posibilidades de lecturas varias que tiene el micro.

salut,
hugo

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Quizás por eso nunca me han gustado los maniquíes!...es que soy bastante intuitiva, jejeje


un abrazo.

Miguel dijo...

Buena idea, Víctor, cada vez que vea un maniquí pensaré de forma diferente sobre él.

Un abrazo

Miguel

David Moreno dijo...

Un cambio de papeles, como el enroque en el ajedrez...

La frase final puede sobrar, pero aún así está bien, en tú línea.

Un saludo indio

Gotzon dijo...

Me ha gustado, ¿donde está la tienda para hacerle alguna putadilla al maniquí?? jajaja

marialuisa dijo...

Genial!!!

saludos

Claudia Sánchez dijo...

Los maniquíes dan mucha tela para cortar. Me gustan.
Fíjate que yo creo que la frase final es importante aquí. Le quita dramatismo al relato, dándole un toque (leve) de humor. Por otro lado, puedo interpretar que es uso y costumbre eso de andar desvistiendo maniquíes y por eso esperas tranquilo. También pensé que en el cambio de ropa, el cliente debería vestir algo que te guste y te quede.
En resumen, me gustó!
Saludos!

dijo...

M'agrada un munt, la idea. Perquè els maniquís, per mi, tenen un punt de fantasmagòrics... Sempre t'imagines que es mouran, però que tu et petrifiquis... És un bon cop d'efecte! Així i tot, faré la crítica que t'ha fet tothom: a la meitat justa del micro, s'intueix la fi del protagonista. Però tampoc no sabria com fer-ho millor!
Una abraçada!!

Víctor dijo...

No entiendo el verbo "guñar", José, pero de todos modos intuyo (maliciosamente) el significado. Un saludo.

¿Menos mal, Rufino? Espero que la otra cata te sentara bien. Saludos y bienvenido.

Bueno, Martín, ya me di cuenta que hablando de maniquís, poca sorpresa podía dar, porque ¿quién no imaginaba que iba a cobrar vida? Y no, cómo me lo voy a otmar a mal, por favor. Un abrazo.

Pues mira por dónde, Daniel, hace días que le doy vueltas a micros menos reales y más surrealistas, sin posibilidad de identificación. Me cansé un poco de lo otro. Habrá que ir probando cosas nuevas. Ahora ya pillo mejor tu relato. Un saludo.

Víctor dijo...

Sí, sí, Hugo, ya comenté lo del final previsible. Lo que pasa es que me he acostumbrado a hacer micros con final sorprendente, y quizás ahora esperáis el bombazo final. Y no siempre se consigue. No conocía a ese ferrando. Buscaré a ver qué hay. Un saludo.

Quizás por eso me gusten a mí, Neogeminis. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.

Bueno, Miguel, piensa que no todos son iguales. Cuando tenga un rato me paso por tu blog, que he visto que estás preparando algo, ¿no? Maldito tiempo (o falta de él). Un saludo.

¿"En tu línea", Indio? Ya no sé cómo tomarme eso. Jjejejeje. Nada, que un saludo.

Víctor dijo...

Jejjeje. Si lo supiera, Gotzon, no estaría aquí respondiendo a vuestros comentarios. Pero si me entero te lo digo. Un saludo.

Te pasas, Marialuisa, te pasas. Pero gracias por leer y comentar. Saludos.

Pues gracias, Claudia. Y sí, los maniquíes dan mucho que cortar. Y sino que se lo digan al gran Millás. Un saludo.

"M'agrada un munt la idea", Lo, vol dir que el conte no tant, no? Bé, sobre la intuició de final, com a tots, no sempre se pot aconseguir (encara que no a tots els contes ho vull aconseguir). Què t'hi jugues que al proper us pillo a tots despistats? Una abraçada!!

mariajesusparadela dijo...

Que maravillosa capacidad de crear...

Anónimo dijo...

Quería decir dos cosillas:
1º Lo de los finales sorpresa lo leo mucho últimamente y creo que es una de los corsés tácitos que se le adjudican a los micros. Si todo el micro está construido por y para el final yo lo llamo tramposo, sin embargo si el autor ha ido dejando pequeñas pistas de manera que el lector ha pensado una cosa pero luego ve que nadie le había dicho tal cosa y que es otra ya me parece un micro sin trucos. Ahora bien, una vez conocido el mecanismo y aunque sigue causando admiración(a mí la primera) me resulta algo cansino lo de los finales sorpresa, es como asistir a un truco maravilloso una vez conocida la ilusión en la que se basa.
2ºYo creo que el microrrelato admite todo tipo de géneros y estilos y hasta experimentos.
Yo, como tiendo a lo fantástico o al extrañamiento de lo cotidiano, y a las mezclas, encuentro la idea de tu micro muy válida(me encanta Merino, Olgoso y los micros o relatos muy breves de Millás)
Me parece que si te atreves a meterte de lleno en lo surrealista el micro ganará en fuerza. Fíjate que me parece muy inquietante esa idea de los maniquís que han sustituido a las personas por ahí sueltos, hasta, quién sabe, viviendo las vidas de esos otros humanos que se han quedado en la tienda; MUY MUY INQUIETANTE.
Aquí hay material que merece la pena.
Un saludo
R.A.

Víctor dijo...

Me sonroja ese comentario, Mariajesús. Me alegra que te gustara. Un saludo.

A ver, Anónima, vamos por pasos. En primer lugar decirte que estoy totalmente de acuerdo con tu opinión. A mí me encantan los micros que hay una sorpresa final, y si puede ser dando pistas falsas durante el relato, para enganñar o despistar al lector, mejor que mejor. Pero, como tú, también creo que no todos los micros deben ser así. Y que no se puede juzgar el valor de un micro por si tiene o no sorpresa, o por si ésta funciona o es previsible. Mal iríamos si hubiéramos creado la "técnica" para escribirlos.

Gracias por comentar, Anónima. Ah, y tu comentario me sorprendió. ¿Será -entonces- que es bueno? Un abrazo.

Anónimo dijo...

:DDDDD
No sé, no sé. Sincero sí;)

R.A.

Javier Ortiz dijo...

Quizás un poco predecible, pero no por eso menos bueno.

Manu Espada dijo...

Me gusta el tono fantástico que estás adoptando, me parece muy interesante. Y me ha gustado el relato, muy chulo.

Víctor dijo...

Sincero sí, Anónima, pero bueno, también. Deja la modestia para otros. Saludos.

Vale, sí, Javier, me quedó claro lo de predecible. Pero esto es literatura (o lo pretende) no quiromancia. Un saludo.

Gracias, Manu. Por uno que no se queja de la predicibilidad... Un abrazo.