sábado, 6 de junio de 2009

¡Detente, Romeo!

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-¡Detente, Romeo! –grita una voz anónima, oculta bajo la oscuridad de su butaca en primera fila, mediado ya el quinto y último acto.
El pequeño de los Montesco, arrodillado ante la cripta de los Capuleto, se gira sorprendido hacia el patio de butacas -que arde en murmullos y miradas reprobatorias hacia el espontáneo- pero parece no ver a nadie en el graderío.
- No tomes el veneno del boticario todavía. Es todo un truco de Fray Lorenzo: Julieta no ha muerto, sólo está drogada, profundamente dormida. Aguarda unos instantes, créeme, y la verás levantarse de la tumba.
Romeo duda como Hamlet, pero acaba obedeciendo a una voz que no sabe de dónde ni de quién procede. Necesita aferrarse a cualquier posibilidad, por absurda que parezca. Mientras, en los palcos, se escuchan algunos insultos que tampoco oye. El joven enamorado va paseándose arriba y abajo por el escenario, entre las lápidas, haciendo tiempo, mientras intenta encontrar una explicación lógica a esa voz misteriosa.
De repente, Julieta abre los ojos, se incorpora levemente convulsionada con un par de espasmos, y ve a Romeo a su lado. Se abrazan, se besan como por primera vez y abandonan el escenario cogidos de la mano, felices, improvisando los detalles de su fuga de Verona, totalmente ajenos al alboroto que se ha creado en el patio de butacas.

8 comentarios:

Isady dijo...

Ese podria ser un buen final alterno para la ya clasica novela de Shakespeare..... muy buen relato me pude imaginar el drama de toda la escena...

Saludos¡¡¡¡

Claudia Sánchez dijo...

Ja, ja, ja! Espectacular!
Me encantó!
Saludos!

Anónimo dijo...

Hay momentos en la vida en que saltarse el guión es la mejor opción. Saludos.

Habitaciones rojas, pensamientos negros dijo...

Excelente final!!!

Besos rojos,
HR.

INSPIRACIÓN dijo...

Extraordinario, me encanta, te mete en la escena y te alegra el nuevo final, en el que no importa el ruido del teatro, importa que el uno mismo termine bien.

Anónimo dijo...

jajajj El apuntador era un poco cabrocente, o muy listillo.
Me voy a ver esta obra sôlo por ver las caras de los del patio de butacas.
Excelente post.

Un abrazo

Oriana P. S. dijo...

Vaya, querido Víctor. Me ha gustado mucho tu final. Ya les tocaba ser felices, ¿no?

Romeo y Julieta son personajes que todos tomamos prestados de vez en cuando porque dan mucho juego.

Alguna vez escribí vez uno con ellos también, ¿quieres verlo?

Inevitable.

Víctor dijo...

Gracias a todos, aunque demasiado tarde.

Oriana, es que la literatura universal da para mucho. Por cierto: no puedo leer tu relato "Inevitable", me dice que la página no existe. Un abrazo y gracias por rebuscar entre lo pasado del blog.