Se veía venir, sólo era cuestión de tiempo. Comía ya muy poquito: picoteaba de vez en cuando, pero sin apetito. Tampoco bebía demasiado. Por eso ha estado estos últimos días cabizbajo, casi inmóvil. Siempre me pareció un poco triste verlo encerrado detrás de esos finos barrotes de la jaula pero con el tiempo acabé por acostumbrarme. Aunque pueda sonar egoísta, me gustaba verlo ahí, preso, porque me ofrecía la compañía que necesitaba en mis largos ratos de soledad. Y cuando cantaba para aliviar mis penas, su melodía se sumaba a la mía, fundiéndose en una sola. Pero no es bueno encariñarse de un animal de compañía. Luego se mueren, como acaba de ocurrir, y te quedas solo, agitando las plumas mientras piensas con cuál de los hijos del anciano con el que has compartido encierro todos estos años, cada uno a su modo, te vas a quedar.
10 comentarios:
Impecable Víctor. Me gustó mucho!
Saludos!
Muy bueno! Un microcuento perfecto. Felicitaciones!
Abréle la jaula y suéltalo, que ya no puede màs, ni da de màs...
Besos
Muy bueno el micro, como es costumbre en tí Victor...
Besos rojos,
HR.
Cadascú veu el que vol de la seua realitat, oi? Ja no sé si escrius tu i jo llegeixo o és a l'inrevès...
¡Ufffffff!
Buen cuento maestro, yo si pienso que no es impecable ni perfecto; el final tiene alguna explicación de más; pues cuando dice: "agitando las plumas", se hace evidente que es el canario quien habla, entonces lo del anciano estorba.
Salú pue.
Claudia, Martín, HR: gracias. También acepto (y agradezco) críticas negativas.
Pues tienes razón, Eva, mejor que lo suelte; aunque un pájaro de jaula poca vida tiene si se le concede la libertad.
La realitat és una, Lo, i els punts de vista són infinits, però tots vàlids. I jo ja tampoc sé qui escriu i qui llegeix. Però tampoc importa massa qui fa cada cosa, oi?
Suspira, Esteban, suspira, que ya pasó.
Johan, gracias por la crítica. Ahora que lo dices, yo también lo encuentro un tanto redundante. Agradezco tu comentario, de veras, que me ayuda a mejorar. Tomo nota para los próximos.
Saludos lelos!!!
Oooohhh... qué cuento tan tierno y tan triste, Víctor.
Me ha encantado.
Besos.
A mi -más que tierno- me pareció duro, Oriana. Pero fíjate que en vez de darnos pena el abuelito que muere, lo hace el canario, que sigue vivo.
Un abrazo.
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