Hoy se celebra el segundo centenario del fallecimiento del señor Charles Mann, célebre científico y médico estadounidense, reconocido mundialmente por ser el descubridor de la vacuna contra la muerte, proclamó con solemnidad el anciano orador ante un envejecido y decrépito público.
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Hace 2 días
9 comentarios:
Segurament, has trencat la idíl·lica imatge d'eternitat de molts creients i somiadors. Que Déu et beneeixi... ;)
Amen!!
Besos con Alzheimer.
Buenísimo!
Ojalá nunca llegue esa vacuna!
Saludos!
Lástima que no la usara para él mismo. Algún efecto secundario????
Una Lela
Este tipo de relato siempre me recuerdan a la película Los inmortales (highlanders). Debe ser muy sufrido ver pasar el mundo y tus amores y uno permanecer eternamente. Aunque me parece que tus personajes han elegido la muerte inevitable, al menos han envejecido...
Besos rojos,
HR.
Jajaja muy bueno!! Muy original!
Saludos
Lo, paraula de 10...
Eva, un saludo ateo. Amén(tir como bellacos desde el altar).
Tranquila, Claudia, si llegara esa vacuna sólo podrían pagarla los (bor)ricos.
El peor de sus efectos secundarios, María, es la imposibilidad de conseguir la fama póstuma. Un saludo lelo y gracias por la visita.
La inmortalidad, HR, es un castigo: envejecer constantemente, sin fin; el verdadero regalo es la juventud eterna.
Un saludo, Martín.
Parece que Mr. Mann es el único verdaderamente inmortal de la sala... el único que sin estar presente recuerdan y celebran.
Muy bueno, me gustó mucho.
Si es que no hay nada como morirse, Naida, para convertirse de golpe en alguien importante.
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