sábado, 13 de junio de 2009

Albada (III)


Pese a dormir toda la noche de un tirón, o debido a ello, me cuesta levantarme de la cama. Me acerco al tocador arrastrando los pasos mientras me froto los ojos con fuerza para salir del sueño e ingresar de nuevo en la realidad. Cuando separo las manos de la cara, el espejo no devuelve mi imagen. Pero eso no me preocupa; lo que me horroriza es descubrir en un rincón del espejo el reflejo de mi cuerpo tendido sobre la cama, rígido e inmóvil, más pálido que de costumbre.

10 comentarios:

Martín Gardella dijo...

Eso me pasa a veces, cuando no quiero ir a trabajar! jaja
Buena continuaciòn de una serie espectacular! Felicitaciones Victor!

Anónimo dijo...

Dringgg, dringgg, dringgg!!!!
Arriba vagueras que ya es hora, siempre buscàndote excusas para no levantarte...
Buenos estos post de los albores.
Besos

Habitaciones rojas, pensamientos negros dijo...

Un desdoblamiento terrorífico!!!
Muy buena serie...

Besos rojos,
HR.

Clara dijo...

No me gustaría verme en esta situación...

Me encanta esta serie de relatos.

Un beso,

Víctor dijo...

En ocasiones, Martín, me levanto de la cama, desayuno, me visto, leo el periódico, consulto el correo... pero en realidad todavía estoy dormido, como si no me hubiera movido de entre las sábanas.

Déjame que descanse un poco, Eva, que para esta serie de albadas he tenido que madrugar varios días -para documentarme, el rigor y esa cosas- y todavía tengo los bioritmos alterados.

Debe ser impactante para las almas, HR, ver el cuerpo frío y rígido que acaban de abandonar después de tanto tiempo de convivencia. Saludos rojos!

Clara, a mí tampoco me gustaría verme en esa situación... otra vez.

Miguel dijo...

¿cuantas veces la mente no va en
concordancia con el cuerpo?

Original planteamento.

Un abrazo


Miguel

Naida dijo...

¡Susto!
Ahora voy a andar paranoica cuando me levante pero no te preocupes que seguro se me pasa como en dos días.
Un abrazo.

Víctor dijo...

En mi caso, Miguel, pocas veces va en consonancia. Un saludo.

El truco, Naida, es quitar los espejos del dormitorio. Ah, y me alegra mucho saber que lectores como tú buscáis entre los cuentos viejos para ver qué encontráis. Gracias y un saludo.

Oriana P. S. dijo...

Ahora soy yo quien pregunta: ¿Cómo es que nadie me había informado sobre este blog antes?

Beso.

Víctor dijo...

Lo mismo pregunté yo al ver el tuyo, Oriana, y todavía nadie me ha dado la respuesta. Aunque en mi caso la timidez podría tener algo que ver...

Un abrazo.